La romería de Caión desborda todas las previsiones de público

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

El santuario recibió ayer la mayor avalancha de peregrinos en años

09 sep 2013 . Actualizado a las 07:05 h.

Por devoción, por cumplir una promesa, para pedir un milagro en estos tiempos de crisis o por el simple hecho de disfrutar de una jornada veraniega en un entorno único, la realidad es que la ermita de Os Milagres de Caión elevó ayer a la máxima expresión el concepto de romería.

La patrulla de la Guardia Civil, los agentes de la Policía Local y los voluntarios de Protección Civil de A Laracha tuvieron trabajo a destajo, con momentos de agobio, ante la avalancha de fieles que se les venía encima. La de ayer fue de esas fiestas religiosas que marcan época. «Non recordo un día como hoxe [ayer para el lector] nos Milagres», comentaban varias asistentes a la romería.

El atasco de autobuses y vehículos fue una constante durante todo el día. Hubo momentos en los que las colas eran interminables. No había un solo hueco para estacionar el vehículo a un kilómetro a la redonda. Y todo ayudado por un excelente día en el que fieles y curiosos hacían colas para refrescarse o mojar sus pañuelos en la Milagreira Fonte Santa.

El momento culminante se produjo, como siempre, a la una de la tarde con la celebración de la misa solemne. Fue una mezcla entre la solemnidad litúrgica que emanaba del palco situado al lado de la capilla y el bullicio en los puestos ambulantes. El Ave María de Schubert chirrió un poco y la nota curiosa la puso el párroco Luis Pastoriza cuando al terminar la eucaristía para dar paso a la procesión soltó un «achanten» al público presente para que dejase pasar la comitiva. La imagen de la Virgen salió de la ermita y se hizo un silencio sepulcral, entrelazado con la emoción y las lágrimas de fieles, muchos de ellos con cirios encendidos. Hubo gente que se echó a la carrera para tocar el manto de la Virgen, lo que obligó a parar la procesión durante unos instantes antes de reanudarse.

Una vez finalizada la liturgia, los asistentes a la misa se fueron a comer. La mayor parte de los restaurantes de Caión tenían las mesas reservadas desde el sábado, mientras que en las terrazas no cabía un alfiler. Y eso que queda una semana de Os Milagres, hasta que el próximo domingo se traslade en procesión la imagen a la iglesia de Nosa Señora do Socorro.