El Mercado das Rutas do Mar logra implicar a los muxiáns

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

CARBALLO

Nancho Novo y Rosalía Fernández Rial se encargaron del pregón.
Nancho Novo y Rosalía Fernández Rial se encargaron del pregón. TERESA BÚA

Los puestos locales encabezan la oferta comercial y gastronómica

11 ago 2013 . Actualizado a las 07:10 h.

No es una feria medieval, ni de otra época histórica concreta -tampoco lo pretende-, pero el Mercado das Rutas do Mar ha servido a los muxiáns para recuperar aquel espíritu festivo local que en su día tuvo la Barca y que ha ido perdiendo debido a la masificación que sufre el pueblo durante esas fechas.

Ayer, desde por la mañana, las estrechas calles del casco antiguo de Muxía, se llenaron de turistas -muchos ingleses, alemanes, italianos...- y cientos de vecinos de la comarca, pero sobre todo de vecinos del pueblo, buena parte de ellos disfrazados, con lo que fuese. Valía desde un pomposo traje de época hasta una gorra de capitán de la mercante de los chinos.

Lo importante era darle ambiente a la localidad con algo que tuviese que ver con el mar, y de eso en Muxía van sobrados, con lo que la decoración a base de redes, nasas y demás aparejos, sumados al atún y el pez espada que se degustarán hoy y que ayer presidían una de las entradas, lo consiguieron más que de sobra.

Los organizadores se cuidaron mucho de incluir los habituales puestos de baratijas que deslucen estas celebraciones, con lo prácticamente todo lo que se podía comprar, comer, beber, o simplemente oler en Muxía, estaba hecho a mano y casi al momento.

Y en eso no solo colaboraron los puestos llegados de fuera, que recorren todo el país con un formato prefabricado, si no que los que tomaron el protagonismo fueron los propios comerciantes locales. La gran mayoría de las tabernas del núcleo del pueblo elaboraron sus propuestas, con raciones de percebes o cigalas a 10 euros, el vino en cuncas, como antaño, y el pan de huevo, dulce muxián por excelencia, que ayer vendían hasta algunos niños pequeños a la puerta de casa. Todo, en medio de un catálogo de espectáculos y música y precedido de un innovador pregón en clave de humor, en el que Nancho Novo hizo de muxián que no sabía hablar gallego y la poetisa Rosalía Fernández Rial se encargó de traducirlo -eso sí, a su manera- para convertir en verdaderamente cómicos los recuerdos del actor, que también tuvo tiempo, ya en tono más serio, para glosar algunas de las características que definen a Muxía y a sus vecinos.