Del Neolítico a la época castreña en dos zancadas

redac.carballo@lavoz.esHarry Dorial

CARBALLO

Los caminantes hicieron una parada en el dolmen de Aldemunde, bajo una nube amenazante.
Los caminantes hicieron una parada en el dolmen de Aldemunde, bajo una nube amenazante. senda nova< / span>

25 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La asociación ambiental Senda Nova comenzó ayer, como cada año con el inicio de la primavera, su campaña de rutas por la comarca y otros puntos de Galicia. La fidelidad se mantiene hasta en el punto de arranque, en la parroquia de Aldemunde, y no porque sea la primera, por orden alfabético, del municipio de Carballo, además de la más sureña. La tradición les ha ido bien así que, ¿para qué cambiar? Los cambios ya se ven en los participantes: de aquel grupo de amigos que hace una década apenas superaba la decena de integrantes, ahora es raro que bajen de 60. Es el fruto de un trabajo bien hecho, que va mucho más allá de echar a andar por el monte al tuntún. Hay un trabajo previo, que llega incluso a la preparación de puentes para vadear los regatos, y que otorga al senderismo por la Costa da Morte una categoría impensable hace una década. Un trabajo que se ve en este colectivo de Carballo, pero también en Ponteceso, Vimianzo y algún otro punto de la zona.

En realidad, el arranque de la caminata, de un total de siete kilómetros, hay que situarlo en la vecina parroquia de Rodís, en la zona de O Toural (Cerceda), sobre las 10.00 de la mañana. A esa hora partieron 59 personas con destino a la cercana Ribeira da Pena, un paraje que hace frontera entre ambos municipios y que merece una visita pausada. También más protección: el nuevo PGOM carballés quiere dársela, pero no será tan amplia como aquel intento de los dos concellos de catalogarlo como espacio natural de interés local, que no prosperó. El monte, que ocupa cerca de cien hectáreas, ofrece al caminante un arrullo propio de tiempos pasados entre enormes capas de hojarasca, líquenes, musgo, caídas de agua y espacios sombríos. Y además, ahí al lado, a dos pasos, pegado a la carretera que discurre hacia A Silva.

No todo fue naturaleza. Sendero arriba, a los caminantes les esperaban tres elementos patrimoniales de elevado valor: el Muíño do Regueiro, que pusieron a funcionar para que todos pudieran verlo; el castro de Aldemunde y el dolmen de Pedra Moura, en la misma parroquia. En dos zancadas, como quien dice, tocaron las piedras de dos épocas remotas, el Neolítico y la etapa castreña. Pongamos 5.000 y 2.000 años, por ejemplo, a unos metros de distancia. En el molino también se mantiene alguna pieza muy anterior a su época de construcción, como puso de manifiesto Evaristo Domínguez Rial, uno de los (veteranos) participantes y buen conocedor de Bergantiños. Si llega a aparecer la moura o el mouro, que podrían emerger tanto del megalito como del castro, la jornada ya hubiera sido completa y digna de un capítulo de las Lendas galegas de tradición oral de González Reboredo. Y, si apareció, el presidente de Senda Nova, José Manuel Menéndez, no lo contó. Sí avanzó lo que vendrá más adelante: la próxima etapa será dentro de dos semanas, el 7 de abril, y llevará a los caminantes de Carballo a Corcoesto.

Un lugar al que tantos vecinos de Bergantiños y Soneira también caminaban hace décadas, pero para acudir a la romería de Santa María de Baneira, y del que hoy se habla mucho por otras razones, que ya conocían los romanos cuando -también- caminaron hasta estos lares.