La emigración a Suiza alcanza sus cotas más altas en décadas

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

El rotativo Le Quotidien dedicó su portada a los gallegos que emigran
El rotativo Le Quotidien dedicó su portada a los gallegos que emigran

El éxodo de trabajadores se ha incrementado tras el pasado verano, sobre todo al área de habla francesa

13 oct 2012 . Actualizado a las 22:42 h.

Esta semana, el periódico Le Quotidien Jurassien, del cantón suizo de Jura (con capital en Delémont, en el occidente del país) titulaba a toda página, y en primera, que «La crisis española obliga a los gallegos a regresar», con foto de algunos de ellos en una estación y diversos testimonios, entre ellos el del taxista camariñán Andrés Romar Mouzo, que lleva unos 30 años con idas y venidas constantes entre ambos países.

Gran parte de esos gallegos a los que se refiere el reportaje proceden de la Costa da Morte, pero también de otros puntos de Galicia y otras provincias españolas. En todo caso, lo que la portada pone de manifiesto es que la llegada masiva de nuevos emigrantes es ya un hecho muy relevante, de dominio público, que se ha incrementado de manera notable en los últimos meses, aunque la verdad es que el goteo comenzó hace ya algo más de dos años.

Delémont y su entorno es uno de los destinos habituales de vecinos de la zona, sobre todo de Camariñas y municipios limítrofes. Pero, en la última década, y como en el resto del país helvético, el fenómeno principal era el retorno a España, y ahora se ha invertido. Ocurre lo mismo en Ginebra, en Berna, en Zúrich o en el vecino Liechtenstein, según diversos testimonios recabados.

El taxista Andrés Romar, con mucha carretera a sus espaldas, es un buen termómetro de la situación. «Isto non ten nin pés nin cabeza, non sei onde imos parar, nunca ocorrera algo así», explica. En estos últimos meses ha llevado a muchos jóvenes, pero también a gente de casi 60 años que regresaba a donde hace un tiempo se marcharon, e incluso a otros de la misma edad que salen por primera vez. Conoce decenas de casos, la mayor parte de Bergantiños, Soneira y Fisterra.

Andrés se moja con cifras: cree que desde agosto pueden haber emigrado unos 300 vecinos de la zona, porque acostumbra a parar en todos los locales de reuniones, centos gallegos, habla con la gente y echa cuentas. Son siempre estremecedoras. «Cada vez vén e quere vir máis xente, pero, ¿a onde? Non hai sitio para todos. Pois chegan igual. Moitos nos seus coches, hai matrículas españolas, e sobre todo portuguesas, por doquier. A xente escapa, porque a cousa en España está moi mal», señala. La oferta es tan amplia que algunas empresas ya están bajando los sueldos.

Andrés, como muchos emigrantes de la Costa da Morte, para de vez en cuando en el local de la Asociación de Trabajadores Españoles en Suiza (ATEES), creado hace 18 años en Delémont. Su presidente, Luis Blanco, es de Camariñas, el resto de la junta directiva también procede de la Costa da Morte y la mayor parte de sus socios, igual. Luis coincide en el diagnóstico: «A xente non para de chegar, e non sei para onde van, porque a tempada da construción acaba agora, ata marzo». Asegura que una parte importante de los que llegan trabajaron antes en Canarias, donde ya no hay empleo. Coincide con Andrés en que muchos de los llegados superan de largo los 50 años. Advierte de que no es fácil como antes lograr empleo, aunque la mayoría lo va consiguiendo, «sobre todo se saben algo de francés».

Nuevos centros

Hasta hace poco, el centro de ATEES era el único gallego (y español) del cantón y la ciudad. Nada que ver con lo que ocurre, por ejemplo, con Ginebra, donde hay dos gallegos, otro de Cerceda y uno más de Tordoia. Pero desde hace unos días funciona el centro español, una institución de cuatro décadas que cerró hace un par de años, pero acaba de impulsar de nuevo un empresario vimiancés, Francisco Ordóñez Graíño, aunque no lo lleva él directamente, sino que compró el local y lo alquiló. Si hasta hace cinco años la tendencia era cerrar locales de gallegos por la caída de la emigración, lo llamativo es que ahora ocurra justo lo contrario.

Ordóñez tiene 43 años, pero pese a esta juventud lleva ya 26 en Suiza. Tiene tres empresas de carpintería e inmobiliaria y 22 trabajadores, y se mueve frecuentemente por todo el país. Pero es la primera vez que observa una situación semejante: «Na miña vida vira unha cousa coma esta, tanta e tanta xente que non para de chegar», asegura. Esta misma semana, en una comida con el alcalde de Delémont, comentaba precisamente que la situación que se vive «é incrible». Coicinde con el resto de consultados en que el principal lugar de origen es la Costa da Morte, aunque le sorprende mucho comenzar a ver emigrados de otras comunidades, por ejemplo la valenciana. También lo hace que una parte de quienes dan el paso no hablan nada de francés, un problema muy importante para asentarse.

Algunos de los que buscan empleo lo tuvieron

antes en Canarias