El visionario que propone encoger a los humanos para mitigar el cambio climático

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

BIODIVERSA GALICIA

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El filósofo Matthew Liao también propone parches para la intolerancia a la carne y humanos con ojos de gato

28 nov 2019 . Actualizado a las 18:55 h.

La reflexión es simple, pero revolucionaria a la vez. ¿Si no podemos cambiar las condiciones del planeta para contrarrestar el cambio climático, al menos si no queremos arriesgarnos a las graves consecuencias que ello conllevaría, por qué no modificamos nuestro organismo para modificar sus efectos? Tan arriesgada propuesta parte del profesor de Filosofía y director del Centro de Bioética de la Universidad de Nueva York Matthew Liao, quien la desmenuzó este martes en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre dentro del foro Hablando de Futuro. Emergencia climática, organizado por el BBVA y La Voz de Galicia.

Su análisis parte de un hecho posible. Ni un cambio de costumbres de los ciudadanos del planeta a favor de prácticas más ecológicas ni las acciones impulsadas por los gobiernos para recortar las emisiones de gases de efecto invernadero serán suficientes para combatir el cambio climático, un proceso que está a punto de alcanzar el punto de no retorno, si no lo ha hecho ya. Hacen falta, por tanto, soluciones innovadoras y la ingeniería humana entraña, a juicio de Liao, «menos riesgos potenciales que la geoingeniería».

«Propongo -dijo- que exploremos otras soluciones al cambio climático que no han sido consideradas antes y que entrañen menos riegos que la geoingeniería». La ingeniería humana consiste, en esencia, en la modificación biomédica de los humanos para mitigar y adaptarse mejor a los efectos del cambio climático. Y aquí es cuando sus propuestas, aunque validadas o incluso ya utilizadas por la ciencia para otros fines, rozan con la ciencia-ficción. Quizás la más llamativa consiste en reducir el tamaño de las futuras generaciones de seres humanos para, a su vez, disminuir el consumo de comida, con el agotamiento de los recursos que ello conlleva, y, sobre todo, de energía. Por ejemplo, si se reduce la estatura y el peso de una persona en un 15 %, la reducción energética que acarrearía sería igual a la de ese porcentaje o incluso superior.

Sin modificación genética

No es algo descabellado, ya que, en su opinión, podría utilizarse el diagnóstico genético preimplantacional, empleado en clínicas de fertilidad para evaluar embriones con determinadas enfermedades de transmisión genética, para elegir a bebés con una predisposición a tener menor estatura. «Esto -advierte- no implica ningún tipo de modificación o alteración del material genético de los embriones, bastaría con reconsiderar sus criterios de selección». Otra alternativa, quizás más discutible desde el punto de vista ético, consistiría en un «tratamiento hormonal, bien para modificar los niveles de somatotropina o para provocar el cierre del cartílago del crecimiento antes de tiempo». «La ingeniería humana -dice- podría dar a las familias la opción de elegir entre tener un hijo alto, dos de mediana estatura o tres de baja».

Pero antes de avanzar en sus propuestas, Liao quiso dejar claro que todas ellas se presentan «como una actividad voluntaria» de cada ciudadano, «y no obligatoria y forzosa». «Estoy absolutamente en contra -precisó- de toda forma de coacción como la que los nazis perpetraron en el pasado: segregación, esterilización y genocidio».

Otra de sus ideas consiste en reducir los índices de natalidad mediante fármacos potenciadores de la inteligencia, dado que se ha observado que las familias con menor capacidad cognitiva y con un menor nivel educativo tienen más descendencia. «Otra posible solución -explica- sería usar potenciadores de las funciones cognitivas, como el Ritalin y el Modafinil, para reducir los índices de natalidad».

También concretó su alternativa para inducir mediante fármacos intolerancia hacia la carne roja, ya que así se reducirían de forma significativa las emisiones derivadas de las explotaciones del ganado, incluidas las generadas por la deforestación para ampliar zonas de pasto. «Un modo en principio seguro y práctico de inducir dicha tolerancia puede ser producir parches de carne similares a los de la nicotina», detalló.

Una última iniciativa pasa por inducir empatía y altruismo en los seres humanos mediante fármacos ya disponibles en el mercado, como la oxitocina. De esta forma serían más proclives a luchar por el bien común y a mejora sus hábitos para reducir las emisiones. Otras posibles intervenciones serían aumentar la resistencia de los humanos al calor y a las enfermedades tropicales y, «si nos dejamos llevar por la fantasía, dotar a los humanos de ojos de gato para que puedan ver mejor en la oscuridad y así reducir el consumo energético». Advirtió que esto último aún es ciencia-ficción.

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«Tenemos que decidir si queremos vivir en un mundo insostenible o no»

Liao invita a reflexionar, no a imponer, aunque sus ideas puedan parecer «un poco locas»

 

El director de La Voz de Galicia, Xosé Luís Vilela, ya lo había avanzado en la presentación del ponente: «Será una charla sorprendente, provocadora y, desde luego, va a ser inolvidable». No se equivocó. A medida que desgranaba su discurso, Matthew Liao invitaba, cuando menos a la reflexión. Quizás algunas de sus propuestas sonaran descabelladas y alguna directamente a ciencia-ficción. Pero invitaban a pensar, porque lo que hoy en día se ve como inviable puede que dentro de unos años no lo sea tanto. Quizás también, como el propio filosofo recordó, de lo que se trata es de «abrir la mente», porque es posible que dentro de no demasiados años, la humanidad tenga que decidir «si quiere vivir en un mundo insostenible o en un mundo sostenible». Puede que entonces las ideas que expuso este martes en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre, u otras que puedan surgir a partir de la denominada como «ingeniería humana», empiecen a ser escuchadas, entendidas e incluso seguidas. Solo el tiempo lo decidirá, aunque los efectos del cambio climático suelen correr más deprisa que las iniciativas que se planean para hacerle frente. El debate empieza ahora.

Vilela Conde también fue el encargado de abrir la discusión con sus preguntas y con las formuladas por el público. ¿Es reversible el cambio climático?, ¿falta motivación para afrontarlo?, ¿la ingeniería humana es legal?, ¿son propuestas que algún día podrían ser obligatorias?, ¿y el concepto de libertad?, ¿aceptaremos que nuestros hijos sean más pequeños?... Fueron muchas interrogantes a las que Matthew Liao contestó con convicción, aunque no siempre tuviera todas las respuestas.

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En lo que sí insistió, tal y como previamente había indicado en la charla, es que en ningún caso aspira a que sus propuestas lleguen a convertirse en obligatorias. Aceptarlas o no es una opción personal de cada individuo, aunque sí podrían verse apoyadas, por ejemplo, con incentivos fiscales. «Creo que no tenemos que obligar a las personas, porque entonces las soluciones pueden ser peores que el problema al que nos queremos enfrentar».

Quince centímetros menos

Quizás una de sus ideas más polémicas, aunque es del todo lógica, sea la de reducir el tamaño de la población para así consumir menos recursos y energía. Contestó con un pregunta a la inversa. «¿Realmente -dijo- tenemos que ser tan altos?», porque, a su juicio, «ser más bajitos es ser más ecológicos y puede tener muchas ventajas. La gente más alta tiene más riesgo de sufrir cáncer, problemas articulares y cardiovasculares. A lo mejor, ser tan pequeño no es tan malo ni tan poco atractivo». Y recordó que hace cien años la estatura media de los ciudadanos del planeta era, de media, 15 centímetros inferior a la actual. «Y no pasaba nada, porque ha habido Einsteins y otra gente famosa que no eran tan grande».

Incidió, ante otra de las preguntas, en que la ingeniería humana presenta menos riesgos para el planeta que la geoingeniería, ya que sembrar nuestros mares de hierro para absorber dióxido de carbono supondría un grave problema para las especies marinas y liberar aerosoles a la atmósfera para que reflejen la luz del sol podría llevarnos al desastre. Por contra, las modificaciones humanas son individuales. Y la mayoría reversibles.

Sobre la relación de un mayor educativo con un menor índice de natalidad subrayó que «no hay duda de que las personas con estudios superiores tienen menos hijos», por lo que, en este contexto, sí podía ser factible suministrar fármacos que aumenten el rendimiento cognitivo a las familias con bajos recursos y menor nivel educativo.

Son, casi todas, propuestas rompedoras, pero, salvo la visión humana de ojos de gato para poder ver por las noches, que aún es ciencia-ficción, factibles desde un punto de vista científico. «Son ideas que pueden parecer un poco locas, pero soy filósofo y me pagan por pensar en ideas originales», dijo. El tiempo dirá si lo son o no.

La ciencia avala los argumentos del filósofo

 

Reducir la estatura de la humanidad para contrarrestar el cambio climático es algo innovador, pero no del todo novedoso. De hecho, es el argumento principal de la película Una vida a lo grande, interpretada por Matt Damon, en la que un grupo de científicos de Noruega inventa una tecnología capaz de hacer que el cuerpo de un adulto tenga una altura de apenas 12 centímetros. Y todo con el objetivo de salvar al mundo mediante un consumo mucho menor de recursos y energía.

 Esta supuesta tecnología es pura ciencia-ficción, pero no la que sugiere Matthew Liao, que lejos de ser un charlatán intenta, desde la filosofía y la ética, aportar su solución ante la más que probada amenaza del cambio climático. Tanto las técnicas de diagnóstico genético preimplantacional como la terapia hormonal para reducir el tamaño existen, al igual que los fármacos para mejorar la empatía y la cognición, y lograr un parche que genere intolerancia a la carne entra dentro de lo posible. De hecho, existen pruebas de que se puede provocar de forma natural tomando como base las picaduras de la garrapata Lone Star.

Otra cuestión es que sus propuestas puedan interferir en la naturaleza humana, lo que moralmente es discutible. Pero Liao defiende que la ingeniería humana es un proyecto ético, «porque mitigar el cambio climático puede mejorar el bienestar de muchas personas y animales vulnerables».

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Daniel Fernández: «Lo que hagamos marcará el futuro de los más jóvenes»

  

La conferencia de Matthew Liao, organizada en colaboración con La Voz, se enmarca en la iniciativa OpenMind impulsada por el BBVA, una plataforma de conocimiento sobre cuestiones fundamentales de nuestro tiempo, abierta y gratuita, accesible a través de Internet. «Es la comunidad del conocimiento del BBVA», destacó Daniel Miguel Fernández, directora de Zona de BBVA Galicia Norte. En ocasiones, como la de este martes, se invita a los expertos en conferencias presenciales. Y la situación de emergencia climática a la que se enfrenta el planeta lo merecía.

«Lo que hagamos para combatir el cambio climático en los próximos 10 ó 12 años va a marcar el futuro y las posibilidades de los más jóvenes», dijo Fernández. Es una lucha por la sostenibilidad que el banco quiere liderar, como prueba la aprobación en el 2018 de su Estrategia de Cambio Climático y Desarrollo Sostenible, el Compromiso 2025, que prevé un fondo de 100.000 millones de euros en financiación verde o infraestructuras sostenibles, o su adhesión a los principios de Banca Responsable de la ONU. «En el 2020 -dijo Fernández- ofreceremos soluciones sostenibles a nuestros clientes».