El Orjullo Jaiteiro se sube al tractor para reivindicar la troula autóctona

RIBEIRA

Patricia Calveiro

Cerca de 150 músicos de una docena y media de agrupaciones recorrieron las calles de Ribeira durante más de una hora

23 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No iban en modernos autobuses serigrafiados para la ocasión. En el Día do Orjullo Jaiteiro, los participantes en el desfile viajaron sobre carrosas enxebres, tractores recién llegados de las aldeas, pero enjalanados para la cita. No les faltaba la bandera, que en este caso no era multicolor, sino la de la Festa da Dorna, se ideó este año una nueva marcha reivindicativa, una en la que poner en valor la música tradicional, el aturuxo y la troula autóctonas.

Cerca de 150 músicos de una docena y media de agrupaciones (la mayoría de la comarca, aunque se coló entre ellas una cuadrilla pontevedresa) recorrieron las calles de Ribeira durante más de una hora, en un alarde de resistencia y repertorio, en el que no pararon de tocar ni un segundo bajo un sol inclemente que se puso exquisito a media mañana. Ahí sacaron a relucir sus tablas, curtidos en muchas dianas y alboradas, en tanto verano de pasacalles que les fue aclimatando el cuerpo a un traje tradicional que no está pensado para las altas temperaturas, con su manga larga, el terciopelo, enaguas, pololos y fajines apretados.

Mérito añadido tiene el grupo ribeirense Riparia, que antes del maratoniano desfile visitó la residencia para alegrarle la mañana a los mayores con muñeiras y jotas, cumpliendo con la tradición.

Expectación en las calles

Aunque no había tanto tractor disponible para semejante número de gaiteiros y pandereteiras, los que realizaron el recorrido a pie pudieron recibir de cerca los aplausos que les iba regalando a su paso el público arremolinado en las calles. Muchos detuvieron su marcha ante semejante despliegue folclórico y pocos se resistieron a grabarlo.

El Orjullo Jaiteiro dorneiro consiguió sorprender a propios y extraños, porque al ser el primero nadie sabía muy bien en qué iba a acabar.

Y acabó con unas cuadrillas exhaustas, que dejaron bien alto el pabellón de la música tradicional en una marcha que sirvió para dignificar un elemento esencial de la fiesta gallega, al jaiteiro (y la jaiteira, que habelas hainas, Seivane y Pato no son una excepción en este mundo). Ellos son los que mantienen vivos el acervo cultural y tantas veces se quedan en segundo plano, eclipsados por el cabeza de cartel de turno. Ya hacía falta un Día do Orjullo Jaiteiro.