Cuatro meses después llegaron las vacunas

RIBEIRA

14 feb 2016 . Actualizado a las 12:28 h.

Cuatro meses después de haber sido anotada en una lista de espera, como si de la venta de un teléfono móvil de última generación o de un demandado libro se tratara, al fin han llegado a mi poder dos vacunas de la meningitis ?previo pago de 212,30 euros? que  espero libren a Aldara y Xoel de los efectos de la temida bacteria. Aún siendo consciente de que se trata de un lujo que no está al alcance de todos y que fomenta por lo tanto la desigualdad, no lloro el dinero desembolsado, ni siquiera teniendo en cuenta que en breve se duplicará la cifra, lo que censuro es la falta de control que hay sobre la distribución de las lujosas jeringuillas.

A estas alturas, una debería estar ya curada de espantos, sobre todo en materia sanitaria, viendo y comprobando cómo en numerosas ocasiones es necesario recurrir a una clínica privada para que, los mismos facultativos que trabajan en la sanidad pública, hagan las pruebas necesarias hasta dar con el problema y, si es preciso, le busquen a uno un hueco en esas listas de espera que nunca avanzan.

Pero que haya trapicheo de vacunas es el colmo, sin embargo, existe. ¿Cómo se entiende sino que dos personas anotadas en puestos similares de las listas de espera de dos farmacias diferentes reciban las vacunas con un par de meses de diferencia? Y, lo que es peor, ¿cómo se entiende que haya quien, recurriendo a una clínica privada tras el trágico fallecimiento del pequeño de Boiro (el 26 de octubre) que dejó desabastecidas las farmacias de Galicia tenga a sus hijos a estas alturas con las dos vacunas pertinentes de la meningitis?. 

Mientras, cientos de barbanzanos siguen esperando a que, por el cauce reglamentario, les llegue el turno de hacerse con los medicamentos. Los padres se desesperan al tiempo que la Consellería de Sanidade no ve necesario envíos extra de vacunas a Galicia. Surrealista. Como si en juego no estuviera el bien más preciado de las familias, uno por el que todos y cada uno de nosotros estaríamos dispuestos a empeñarnos de por vida.

El argumento de que el porcentaje de muertes por meningitis bacteriana es muy bajo carece de peso, sobre todo porque usarlo es admitir que efectivamente se trata de una enfermedad mortal. Hay muy cerca quien lo ha comprobado en sus carnes, pero parece que la cifra no es aún suficiente para ser tenida en cuenta. Cuando se alcance ese mínimo exigido, la vacuna entrará, seguramente, en el calendario, pero entonces será demasiado tarde para algunas familias.