El Arteixo fue mucho rival para un Ribeira que sigue deprimido

RIBEIRA

MARCOS CREO

El Ribeira sigue en una posición difícil, pero se empiezan a ver síntomas de mejoría en sus futbolistas

08 feb 2016 . Actualizado a las 05:10 h.

El Ribeira necesita aire, pero el partido de ayer no era el mejor para cogerlo. El conjunto celeste se enfrentaba al Arteixo, nuevo líder de Preferente Norte y uno de los conjuntos más completos, tanto a nivel defensivo como ofensivo. Los chicos de José Mato saltaron al césped de A Fieiteira como si se tratase de una final, pero los fantasmas del pasado regresaron cada vez que el Arteixo consiguió adelantarse en el marcador.

El encuentro comenzó con dos equipos que se miraron a los ojos desde el primer segundo. Los celestes intentaron tener el balón y lo consiguieron. Joseíño tuvo el gol en sus pies tras recibir un pase de la muerte de Pablo Vidal. Erró el punta barbanzano y el Arteixo aprovechó la siguiente jugada para adelantarse desde el punto de penalti. 

En ese instante el equipo se colapsó y el Arteixo aprovechó la pájara celeste para enviarle un balón en largo a Fernando, que batió a Héctor, el nuevo cancerbero ribeirense. Duro golpe para los chicos de Mato, que aprovecharon que el Arteixo bajó un par de marchas para entrar en el partido y acercarse en el marcador gracias al gol de Joseíño. 

Regreso de los vestuarios

El Ribeira siguió enchufado en el segundo tiempo. Movió bien el balón y consiguió que el rival se moviese a su ritmo. Sin embargo, el Arteixo rentabilizó un balón en largo para que Cristian se quedase solo delante de Héctor, que no pudo hacer nada para detener el disparo del extremo visitante. 

A partir de aquí, el Ribeira comenzó a sufrir y el Arteixo, con un fútbol sencillo, cerró todos los huecos a los futbolistas de la escuadra barbanzana. El equipo cayó moralmente y el encuentro se convirtió en los últimos instantes en una ruleta rusa que aprovechó Otero para anotar el 1-4. 

El Ribeira sigue en una posición difícil, pero se empiezan a ver síntomas de mejoría en sus futbolistas. La salvación todavía está en sus manos.