La náutica se queda sin camarotes

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

Los alumnos del centro náutico realizan prácticas en los talleres desde la primera semana.
Los alumnos del centro náutico realizan prácticas en los talleres desde la primera semana. aitor imatz< / span>

La alta demanda motiva que decenas de personas no puedan conseguir plaza

28 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El taller de la Escuela Oficial Náutico Pesquera de Ribeira parece una de las terminales de Barajas en hora punta. En la nave, decenas de personas vestidas con mono azul trabajan frenéticamente. En uno de los módulos, un grupo de chavales se afana en los tornos; en otro, los alumnos de polivalente intentan arreglar un viejo motor; en el último espacio, varias personas cierran las puertas de las cabinas de soldadura, electrodo en mano, para ponerse a trabajar. «Non cabe ninguén máis», confiesa el director de la escuela ribeirense, José Antonio Sande. Por enésimo año consecutivo, el centro marítimo ha tenido que cerrar la matriculación, dejando fuera a decenas de personas con edades que oscilan entre los 17 y los 50 años.

El profesor de máquinas se mueve entre tornos y mesas de trabajo, supervisa la faena de sus alumnos y va enviando consejos que sobrevuelan el aula. «Cuidado con las manos», comenta con uno de los chavales; «no te olvides de las gafas de seguridad», recuerda a otro. Por último se detiene cerca de una máquina y ayuda a uno de sus estudiantes a terminar una complicada pieza. Él es uno de los 15 maestros con los que cuenta el centro. Con la ayuda de sus compañeros tiene la complicada labor de hacer frente a cerca de 180 alumnos cada año, que estudian alguna de las formaciones que se imparten en la Escuela Náutica, desde los ciclos oficiales a los cursillos necesarios para enrolarse en barcos del cerco.

Aprovechar las tardes

Ante la avalancha de matriculaciones para formación profesional, la dirección asegura que no puede hacer gran cosa, todas las aulas están llenas desde por la mañana y hasta mediodía. La única opción para que nadie quedase fuera de las listas sería aprovechar las horas libres que hay por la tarde, aunque eso requeriría «máis profesores», tal y como asegura Sande. Con la plantilla actual, el centro trabaja a toda máquina y no hay alternativas de ampliar el número de plazas disponibles. Ve alguna posibilidad si funcionasen como el centro integrado de Coroso: «É unha opinión persoal, pero sería posible ter máis alumnos se houbese clase ata as nove da noite».

Ocurre algo similar con los cursos no reglados, necesarios para despachar barcos pequeños. El pasado ejercicio académico, ante la escasez de plazas, hubo decenas de barbanzanos que tuvieron que buscar fortuna en otras latitudes, también hubo otros de fuera que recalaron en la zona: «Chegamos a ter xente que viña dende Ferrol e A Coruña para facer os cursos. O normal é termos tódolos anos mozos de Carnota, Muros e Noia», asegura el responsable. En el taller, algunos se sacan los monos y enfilan los vestuarios, toca descanso. En unos minutos vendrá otra clases para trabajar en el taller. «Non cabe ninguén máis».