La mujer destaca el relajado ritmo de vida del municipio
30 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Se fue con tan solo 16 años a Estados Unidos pero le ha sido imposible desvincularse de su gente y su cultura. Joanne Souto trata de volver cada verano a sus raíces, al pueblo que fue cómplice de su infancia y ese no es otro que Sirves, situado en la parroquia de Olveira.
En 1987 puso rumbo a Newark (Nueva Jersey), ciudad que acogió a miles de emigrantes gallegos, para reunirse con su padre. Ella se considera estadounidense, pero el sentimiento hacia España y Galicia no lo ha perdido.
«Una vez que vives allá, empiezas a apreciar lo que hay aquí», manifiesta Joanne Souto, a quien le gusta pasar unas vacaciones más tradicionales: reencontrarse con viejas amistades, pasar el tiempo con la familia, pasear por la rivera del mar...
No obstante, las inquietudes culturales, científicas y ornitológicas de su marido hacen que, en numerosas ocasiones, ella y sus hijos se lancen a disfrutar de aventuras al aire libre. De hecho, recientemente subieron a bordo del Chasula, embarcación que realiza viajes pelágicos con el fin de observar a las aves que crían a distancia de la costa. Además, buscaron un hueco en su agenda vacacional para participar en una expedición espeleológica en los Ancares.
En relación a esto, la veraneante confiesa que la comarca les ofrece muchas posibilidades para disfrutar del entorno natural: «El parque dunar es un paraíso».
Comparativa
Tanto Joanne como su marido concuerdan en que el estilo de vida de aquí es muy distinto al estadounidense: «Por lo que observamos, la rutina diaria es más relajada en Ribeira, la gente siempre busca un hueco para tomarse un café. En cambio, la americana es muy abrumadora e intensa, la gente vive para trabajar».
Si no fuera por las facilidades y oportunidades laborales que les proporciona el otro continente, se trasladarían: «Mis hijos aprecian mucho Ribeira. Si hubiera que quedarse, ellos no tendrían problemas en adaptarse. Les encanta veranear aquí y disfrutar de sus playas», asegura Souto.
Mientras tanto, estos padres buscan aprovechar las ventajas que les ofrece la región: «Intentamos que los niños se empapen de la cultura nacional. Y, por supuesto, que aprendan el idioma».