Hay un tiempo real, por el que se rigen el común de la ciudadanía o las empresas, y un tiempo sin reloj, por el que funciona la Administración. En este último, cualquier acción se complica de tal manera que cualquier trámite que, en principio, parece sencillo, acaba resultando complicado, largo y tedioso. Este fatigoso procedimiento, aplicable a cualquier ámbito administrativo, puede que sea garantista, pero en muchos aspectos resulta poco operativo.
Viene esto a cuento de que, a dos días de que comience el verano y con el sol sudando por tanta calor, las playas de la comarca, con la habitual excepción de Outes, continúan sin socorristas. Y no es que no los haya este fin de semana, es que, como cada año, llegará julio y muchas continuarán sin vigilantes.
Ya no es solo que no se hayan realizado los procesos selectivos, es que hay varios ayuntamientos, como Rianxo, Muros o Carnota, por citar algunos ejemplos, cuyos regidores afirman que todavía no saben con cuántos podrán contar porque desconocen, a estas alturas, la subvención de la que dispondrán.
Es comprensible que una vez pueda desajustarse el reparto de las ayudas, pero esta situación se repite año tras año y no tiene lógica, porque todos saben que a la primavera le sucede el verano y que con él llegan las vacaciones, las laborales y las escolares, y que la gente acude a las playas. Es una regla sencilla y, además, bastante previsible, por lo que no se entiende que el procedimiento en cuestión continúe sin resolver.
Sucedía lo mismo hasta ahora con la contratación de las brigadas de extinción de incendios. Había concellos en los que comenzaban a trabajar con la llegada del otoño. Parece ser que en esta ocasión no será así porque, ya en los albores de la primavera, concellos y distritos forestales mantuvieron una reunión en la que se acordó agilizar los tiempos para que todos los profesionales estén disponibles en la temporada de mayor riesgo. Como debe ser, cada cosa en su época.