La prometedora violinista que viajó a La Haya

ana moas / P.C. RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

La noiesa se ha embarcado en un nuevo proyecto lejos de casa y se ha unido a un cuarteto de cuerda

24 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Quizás fuese el sonido del violín o la elegancia que irradia cuando se apoya en su cuello, listo para dar las primeras notas. Quizás, la expresividad y pasión que transmite al hacer frotar el arco contra cada una de sus cuerdas, o la historia que refleja. Lo que está claro es que una vez que la noiesa Alexandra López Arca coge este instrumento, la piel de los espectadores se eriza, presintiendo lo que va ocurrir.

Su familia nunca se dedicó a la música y, aunque su hermana mayor sí recibió clases de cello durante unos años, finalmente lo dejó. «Siempre me gustó la música, por lo que me apunté al conservatorio», explica. «También tuve claro que quería tocar el violín y no otra cosa», añade con la suavidad y firmeza que caracteriza su voz.

Se inició en la aventura con tan solo 8 años y su dedicación y predilección por esta profesión la llevó a estudiar el grado superior de música en uno de los centros nacionales más prestigiosos. «Llegó un punto en el que quería seguir, pero no aquí. Quería irme a estudiar a Barcelona», relata. Y, aunque sabía que necesitaba una preparación extra, ya que la competencia era mayor y las partes teóricas más complicadas, optó por prepararse durante un año al terminar el instituto. «Le dedicaba entre cuatro y seis horas diarias al violín», recuerda Alexandra.

A sus 24 años, la barbanzana cuenta con una importante experiencia en el mundo de la música. Formó parte de la orquesta joven de la Sinfónica de Galicia antes de comenzar a cursar la carrera superior, de la que destaca: «Creo que como lugar de aprendizaje vale la pena, es muy bonito formar parte de algo así». Una vez se hubo trasladado a la ciudad catalana, en el 2011, participó de forma activa en la joven Orquesta Nacional de Cataluña y en la orquesta joven de Holanda durante el verano que esta permaneció en España. «Estaba formada por más músicos españoles que holandeses», indica la noiesa entre risas.

El violín ha pasado a ser, desde luego, su compañero eterno. «Es como algo que entra dentro de la rutina diaria», cuenta, y ya no lo entiende de otra forma. Las horas que le ha dedicado son muchas. Algo que, sin embargo, no parece importarle a una prometedora violinista. Sobre su experiencia en Barcelona destacó que «los profesores son músicos realmente buenos, es toda una suerte haber podido trabajar con ellos, y al ser una ciudad grande hay mucho más movimiento cultural». En cuanto terminó los estudios superiores, Alexandra López volvió a hacer las maletas para viajar, esta vez, a los Países Bajos. Concretamente a La Haya, donde ha estado preparándose durante un año bajo la dirección de la veterana violinista Vera Beths, para la cual solo tiene buenas palabras. Asimismo, resalta que «en La Haya la música se valora mucho más. Allí se nota mucho diferencia en el nivel musical y cultural de sus ciudadanos».

Con los pies en la tierra

El próximo curso se iniciará en un máster de violín esa misma ciudad, al cual dedicará dos años, junto a su maestra Beths. En lo que respecta a otros planes de futuro, explica que por el momento todo es a corto plazo, a pesar de que está interesada por un departamento de música antigua en La Haya: «Me encanta el estilo barroco y me gustaría poder compaginar mis estudios actuales en música moderna con otros en música antigua».

Recientemente ha formado un cuarteto de cuerda junto a varios compañeros que surgió poco a poco y con el que pretende continuar: «Poder compartir lo que más te gusta con gente que lo valora de la misma manera que tú es muy bonito y especial», declara Alexandra.

Por lo demás, esta joven intérprete se mantiene con los pies en la tierra y no es pretenciosa en sus intenciones. Al margen de la pasión que siente por el violín, también es consciente de que «todavía me queda mucho trabajo para estar a la altura de los músicos más importantes que hay actualmente. Creo que es prácticamente imposible con el nivel que hay». Cuando se le pregunta por sus iconos musicales afirma que «normalmente las referencias más cercanas son mis propios profesores», aunque también siente admiración por violinistas de la talla del griego Kavakos, de Andrew Manze o Isabelle Faust, una de sus preferidas.