La mujer que quiso matar a su esposo pagó 45.000 euros a los sicarios

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

NOIA

Los dos supuestos autores materiales de la paliza fueron encarcelados

14 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La vecina de Santa Comba encarcelada por contratar a unos sicarios para asesinar a su marido minusválido y con visión muy reducida reconoció que «no lo soportaba». Literal. Hasta el punto de contactar con un hombre de etnia gitana para darle muerte, aunque ella dice que «solo quería darle un susto». No lo oculta. Así se lo dijo a la jueza de Negreira, que la envió a la cárcel acompañada de dos de las tres personas que a punto estuvieron de ejecutar el plan y que, según confesaron, a última hora se echaron atrás y se conformaron con darle una brutal paliza y dejarlo abandonado en un monte de Noia el 7 de julio del año pasado.

María Josefa, que así se llama la esposa del invidente, se vino abajo cuando se sentó frente a los agentes de la unidad de la Policía Judicial de Noia y estos le pusieron delante las pruebas que la sitúan como inductora del intento de asesinato de su marido, vendedor de la ONCE. No quiso seguir con la mentira porque ya no se sostenía. Aunque negó que su intención fuese la de matarlo, pues solo quería «darle un susto», esta vecina de Santa Comba reconoció que en junio del año pasado se puso en contacto con una persona de etnia gitana y vecina de Carballo, llamada José Silva, para que le diera una paliza a su marido. Le ofreció 3.000 euros, según su declaración. El sicario aceptó el encargo y planificó con ella el ataque. Para tumbar mejor al hombre y que no ofreciese resistencia alguna, el contratado le proporcionó somníferos a la mujer y le dijo que se los disolviera en el desayuno.

Acordaron que el plan se llevaría a cabo el 7 de julio. Ese día, la mujer le echó a su marido en el café los somníferos que le había proporcionado el sicario. Esperó unos minutos y cuando el hombre cayó rendido por el sueño, ella dio entrada en su domicilio a José Silva, acompañado de otros dos hombres. Mientras el primero se quedó con ella, los otros cogieron a su esposo en el aire y se lo llevaron. La mujer les contó a los agentes que ya no volvió a saber nada de su marido hasta que por la noche le comunicaron que se encontraba en el hospital.

Darle un susto

Eso es lo que dice ella. Pero los investigadores pudieron averiguar que no contó toda la verdad. Primero, porque comprobaron que hubo varias entregas de dinero a los sicarios por un total de 45.000 euros, y no 3.000, como sostenía la acusada. Y segundo, porque los propios sicarios contaron, cuando fueron detenidos, que el plan era el de matar al hombre, y no darle un susto, aunque luego ellos se echaron atrás y solo le dieron una paliza.

Fue ella y nadie más que ella la que puso en bandeja su detención el día en que apareció en el cuartel, semanas después de la brutal agresión a su marido, para denunciar que la estaban extorsionando. Al parecer, los sicarios le exigían más dinero y la amenazaban con contar todo a la Guardia Civil si no les daba una mayor cantidad por el trabajo encargado. Fue tal el acoso que la procesada pidió ayuda a las autoridades. Al principio contó solo eso, que un desconocido le exigía dinero bajo amenazas de muerte. Lo que nunca se imaginó ella es que los hombres a quienes había contratado confesaran a la Guardia Civil cuando fueron arrestados que la denunciante los contrató para cometer un asesinato.