Un velatorio sin muertos

maría hermida / j. m. sande RIBEIRA / LA VOZ

MUROS

La tía de Indalecio Mayo, al fondo, recibió ayer las condolencias de sus vecinos de Muros.
La tía de Indalecio Mayo, al fondo, recibió ayer las condolencias de sus vecinos de Muros. Marcos Creo< / span>

Tocados por demasiadas tragedias en el mar, en las aldeas de los desaparecidos, en Muros, nadie albergaba esperanza

11 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En Tal y Abelleira molestaba ayer la esperanza. En estas aldeas, como en otras de Muros, se vivieron demasiados accidentes en el mar, casi siempre preñados de tragedia. Por eso, ayer, cuando la palabra desaparecidos sonó ligada primero a tres de sus vecinos y luego a dos -Indalecio, uno de ellos, pasó de desaparecido a muerto- nadie se aferró al optimismo. Vecinos y amigos de los tripulantes hicieron lo habitual: arropar en tropel a sus familias. Aunque suene duro, comenzaron un velatorio de duración indeterminada, a merced de lo que depare el mar.

«Isto está listo, non hai nada que facer, que os atopen xa, e que traian os corpos». Así hablaba, delante de la casa de Lucas Mayo, un familiar. Él, así como decenas de personas, permanecían a media mañana junto a la mujer y los padres de Lucas. Un primo, que hizo las veces de portavoz familiar, decía: «Aquí non sabemos case nada, estamos recibindo aos veciños e amigos. Tiña 33 anos, isto é terrible».

Unos metros más adelante, la casa de Indalecio Mayo, uno de los marineros cuyo cadáver fue rescatado, estaba vacía. No así la de al lado, de una tía de su mujer, que no podía dejar de pensar en su sobrina Moncha, «que alá foi para Asturias co seu fillo; meus pobres, o que se van atopar». María, rodeada de sus vecinos, insistía entre lágrimas en que «no mar sempre hai desgrazas, e agora tocoulle a Indalecio; isto é sempre así».

La crónica del dolor se completaba en la vivienda de Manuel Tajes, donde sus allegados hacían conjeturas y daban una y mil vueltas a los pocos datos que tenían del siniestro. Allí, en Abelleira, en un bar de la aldea, todas las conversaciones giraban sobre lo mismo. «¿Pasaríalle algo ao patrón, sentiríase indisposto? ¿Estarán os corpos nos barcos?», se preguntaban sin respuesta.

Tres días de luto

Y mientras en Tal y Abelleira el drama se adueñaba del día, en la capital del municipio, Muros, a las dos de la tarde, se celebró un pleno municipal. Se decretaron tres días de luto, se suspendieron todos los actos oficiales y se mostró la solidaridad con las familias de los tripulantes del buque Santa Ana.