La suite del éxito no admite reserva sin méritos

Antón Parada RIBEIRA / LA VOZ

A POBRA DO CARAMIÑAL

Juan Miguel Losada, frente a las increíbles vistas del InterContinental Danang Sun Peninsula Resort.
Juan Miguel Losada, frente a las increíbles vistas del InterContinental Danang Sun Peninsula Resort.

El esfuerzo constante le ha valido a un pobrense en Vietnam, Juan Miguel Losada Millán, un ascenso meteórico en el sector hotelero internacional

02 may 2016 . Actualizado a las 09:27 h.

Juan Miguel Losada Millán (A Pobra, 1978) creció en el seno de un pequeño restaurante familiar, el mesón Don Miguel. Pertenecía a ese tipo de chico que no deseaba que llegase el verano, ya que debía ayudar en todo lo que podía. Con la hostelería en su ADN, poco a poco fue gestando un sueño en su mente, sustentado en los pilares de un gigantesco y desconocido mundo por descubrir.

En la actualidad, cada mañana que el pobrense se despierta, ya no tiene por qué abandonar el plano onírico. Lo hace ante la imponente vista de las 39 hectáreas de extensión del InterContinental Danang Sun Peninsula Resort, un complejo hotelero de lujo localizado en la ciudad costera vietnamita de la que porta su nombre. Y lo hace como el director de operaciones. A pesar de la responsabilidad que conlleva dirigir un lugar así, esta es la parte fácil de la historia.

La diplomatura

Juan Miguel Losada estudió la Diplomatura de Turismo en un centro adscrito a la UNED en Madrid. Después de tres años, atraído por el sector hotelero internacional, tomó la decisión que tantos jóvenes eligen en la actualidad. Se marchó a Londres a trabajar de camarero y mejorar su inglés. Era el año 2004 y Juan Miguel Losada había conseguido entrar en un restaurante, donde conoció a unos amigos australianos que estudiaban a la vez la carrera en la universidad.

«Tuve mucha suerte, me enseñaron la University of West London, mandé la solicitud y me aceptaron», explicó Losada, que tras un par de años se licenciaba en 2007, mientras una empresa estadounidense le proponía para integrar un programa de directivos hoteleros con jóvenes de todo el mundo. Así llegó a Atlanta y comenzó a trabajar para uno de los gigantes del sector Starwood, que cuenta con marcas de élite como Sheraton.

Bajo la antena de la CNN vivió momentos históricos como la primera campaña electoral de Obama, pero también pasó temporadas en Nueva York. Cuando ya tenía pensando volver a Europa, donde le ofrecían un puesto en Bruselas, en la tarde de un domingo recibió una llamada: «Una cazatalentos alemana me hizo la entrevista más difícil de mi vida, estuve dos horas al teléfono».

Superó aquella prueba, que le valió un billete de ida a Dubái, para ser assistant manager en un hotel de la compañía Atlantis. Fue creciendo hasta director de departamento, donde manejaba a entre 50 y 80 personas. Después de dos años, un antiguo jefe le propuso marcharse a Singapur a otro hotel de lujo, pero con la empresa Saint Regis, donde pasó otro par de años.

Reclutado por InterContinental, su actual compañía, el directivo ha vivido cinco años de vértigo. Trabajó tres años en Tailandia y cubrió una sustitución de un director en Islas Mauricio durante un año. El tiempo restante lo ha pasado en Da Nang, donde está al cargo de 850 empleados, cubriendo la función de director general y de operaciones.

Desde el paraíso

El hotelero amanece con Asia, es decir, muy temprano. Tras saludar a los clientes y desayunar organizando las tareas con los responsables de diversas secciones, tiene el meeting donde comprueban la agenda del día con los otros centros de la compañía. Compagina esta exigente labor con numerosas charlas y conferencias a las que debe desplazarse periódicamente. Precisamente, la semana pasada se trasladaba a Sídney a una de ellas.

«Ha sido un poco como una montaña rusa, un día te llaman y te preguntan si quieres marcharte a Estados Unidos y al siguiente estás en Vietnam», Juan Miguel Losada ha vivido en siete países en los últimos diez años, pero para él «todos los sitios tienen algo, desde Nothing Hill a la arena de Dubái». Mas con el creciente proceso de globalización, así como la revolución aperturista que está viviendo el sistema económico vietnamita, se augura una estancia larga para él.

Desde que aquel chico partió de la pequeña A Pobra para acabar cientos de miles de kilómetros no hubo un solo segundo que se olvidase de su tierra. Lugar al que siempre intenta volver dos veces por año, aunque tenga que tomar cuatro aviones para hacerlo: «Da igual lo que cueste, da igual lo lejos que esté, la parte más difícil es al ver el letrero de la autovía». Y supuestamente esta era la parte fácil.