Las fuerzas del orden constatan un pico en el consumo de cannabis en menores

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

matalobos

El número de jóvenes que comienza a fumar a los 13 años también se incrementa

04 ago 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Fue en Noia, a mediados del mes de julio, cuando la Guardia Civil desarticuló un punto de venta de cannabis. Los destinatarios, apuntaron en aquel entonces desde el instituto armado, eran jóvenes, menores de edad. Algunos aún no pasaban de los 13 años. Las alarmas saltaron dentro del propio cuerpo, que se movió con celeridad para tumbar este mercadeo. Sin embargo, a pesar del golpe asestado, el problema sigue latente y las fuerzas del orden que operan en Barbanza constatan que existe un pico en el consumo de cannabis en menores.

«Vai a máis e cada vez comezan antes. Nos primeiros cursos da ESO xa atopas a rapaces que consumen habitualmente», apunta Olegario Sampedro, pedagogo y directivo de la asociación antidroga Renacer. De igual forma, también se detecta un aumento del número de jóvenes que comienza a fumar a los 13 años.

El pedagogo reconoce que la batalla contra el cannabis, tanto en su variante de hachís como con la propia marihuana, es una de las más duras a las que se enfrentan: «Está aceptado socialmente, ten a etiqueta de que non é prexudicial. Por iso é moi complicado que os mozos entendan os riscos aos que se enfrontan».

Las similitudes

La tendencia es similar a la que existe con el alcohol, aunque el porcentaje es mucho menor en lo referente al cannabis.

«Non é unha droga maioritaria, xa que é máis complicado chegar a ela. A nivel estatal fálase de que tres de cada dez menores de idade a teñen fumado. Nesta zona, a pesar de que non hai datos tan concretos, cremos que é similar»

.

Su consumo no se circunscribe a un tipo concreto de jóvenes, ni tampoco de un estrato social o económico específico. Lo confirman agentes que trabajan en la comarca, que apuntan que el tráfico a pequeña escala de estas drogas tiene como destinatarios, en gran parte, a menores de edad, que lo adquieren de forma habitual.

«Non é como outro tipo de drogas que só afectaban a familias con problemas. Normalmente, as persoas que llo distribúen son compañeiros que teñen un ou dous anos máis», apunta el pedagogo, que reconoce que controlar el consumo es sencillo: «Canta moito polos ollos». Entre sus efectos perjudiciales destaca el daño neuronal que pueden sufrir los adolescentes.

Por este motivo, las fuerzas del orden que trabajan en la zona barbanzana priorizan, en la medida de lo posible, la lucha contra el mercado de esta sustancia, al considerar que el perjuicio para los jóvenes es mayor y también las consecuencias futuras que de ello pueden derivarse.