Un zarpazo desangra al Boiro

BARBANZA

MARCOS CREO

Un zurdazo de Jacobo desde la frontal fue suficiente para que el Pontevedra arrebatase una victoria que los barbanzanos se ganaron sobre el césped

02 may 2017 . Actualizado a las 08:37 h.

Reza el refrán que a perro flaco todo son pulgas. Quedó demostrado en Barraña, en el momento en que Jacobo cazó un rechace de Crespo y lanzó un zurdazo desde la frontal que Pato no logró desviar. Fue el empate, inmerecido, para un Pontevedra que hasta que logró las tablas se dedicó a zarandear el balón a base de pelotazos. El Boiro, que rozó el segundo tanto y la sentencia en cuatro ocasiones, vio como tres puntos claves para lograr la permanencia se le escapaban por un desliz.

Se presagiaba una auténtica final en Barraña y esta quedó demostrada en cuanto el balón comenzó a rodar. El Pontevedra, con la sensible baja de su ariete Mario Barco, apostó por tirar de fútbol directo y segundas jugadas. Con los locales todavía adaptándose a la defensa de cinco rival, en el minuto 8 llegó el primer tanto. Juampa abrió el balón a la banda para Cano. El extremo herculino, excelso y clave durante los 90 minutos, metió un centro duro al corazón del área. El esférico cayó a pies de Romay, que, a bocajarro, se encontró con el cuerpo de Edu. El rechace fue para Rubén Rivera, que no falló en boca de gol.

Jaleó la grada de Barraña, que entendió que la victoria podía ser más que un sueño. A pesar del tanto, y con Luisito desgañitándose desde el banquillo, el Pontevedra no bajó los brazos. Miguel, después de un centro al segundo palo, tuvo el empate, aunque su disparo se marchó muy alto. Ahí llegó la lesión de Mateo, que se vio obligado a abandonar el césped entre lágrimas.

Dominio granate

No fue hasta el minuto 25 cuando el Pontevedra comenzó a crear peligro ante la meta de Pato. Apostándolo todo en el balón en largo, Mouriño y Bonilla probaron al cancerbero uruguayo desde fuera del área. El Boiro era incapaz de escapar de la telaraña rival y los granates empezaban a ganar la espalda a la defensa gracias al dinamismo de sus hombres de arriba.

En el umbral del descanso, el Boiro se hizo fuerte. El segundo tanto pudo llegar para los locales, aunque el pase filtrado de Cano lo sacó in extremis la zaga pontevedresa. Con un mal despeje de Pato que estuvo cerca de costarle un disgusto a su equipo se cerraron estos 45 minutos.

El guion inicial del primer tiempo se repitió en el segundo. Después de unos asaltos de tanteo, el Boiro se hizo dueño y señor de todo lo que ocurría sobre el césped. Cano, a centro de Marcos Álvarez, rozó el segundo, aunque su volea se marchó alta. Fue la primera de una lista eterna de ocasiones para sentenciar.

La más clara la tuvo Crespo que, después de un mal despeje, se quedó solo para enviar el balón a la red. El zaguero, lejos de su zona de confort, pegó de escorzo, aunque el balón lo sacó un rival bajo palos. Fueron los mejores minutos de un Boiro con hambre, versión muy diferente a la vista en Barraña en las últimas semanas. Cano, de nuevo como un puñal, asistió a Marcos Álvarez, que pegó suave a las manos de un Edu que mantuvo al Pontevedra con vida.

Otro refrán

Fue con un cabezazo de Rivera desde el punto de penalti cuando el Boiro comenzó a hacer bueno otro refrán, ese que recuerda que quien perdona lo acaba pagando. En una jugada aislada, Eneko bajó un balón llovido. Sin oposición, el extremo arrancó como una exhalación. Abrió a la izquierda a Añón, que metió el balón en el corazón del área. Crespo intentó cortarlo, pero su rechace cayó a los pies de Jacobo que, con un zurdazo tan exquisito como colocado, evitó la estirada de Pato.

Era el minuto 74, pero el empate fue un mazazo para plantilla, cuerpo técnico y grada. Después de verse lejos de los puestos de descenso directo, el Boiro volvió a convertirse en el perro flaco en el que todo son pulgas. El Pontevedra, con viento de cola, rozó un segundo tanto que pudo echar más sal en la herida blanca.