Los incendiarios no pierden tiempo

Ana Gerpe Varela
Ana Gerpe CRÓNICA

BARBANZA

28 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No digo yo que una negligencia a la hora de efectuar una quema sin permiso en una época de máximo riesgo de incendios como la actual no pueda acabar en un devastador fuego. Creo que se ha dado algún caso. Desde luego, también existen personas que, debido a una disfunción, sienten pasión por prender fuego. También se han dado casos. Y tampoco faltan los amantes de la montaña, con el terrible vicio del tabaquismo, que un día tiraron una colilla que acabó convirtiéndose en un monumental incendio. De esto último no se si hay casos documentados, pero seguro que alguna vez se produjo un hecho semejante, que en la vida pasa de todo.

Al margen de todas estas casuísticas que, no cabe duda, pueden darse en distintos momentos, sorprende que el fuego aparezca siempre, como sucedió ayer en Rianxo, cuando más daño puede hacer. A las tres de la tarde, y justo en uno de los días en los que el nordeste sopla de lo lindo, lo que dificulta las tareas de extinción y propicia que las llamas corran como el diablo.

No sé yo si este incendio, que calcinó cincuenta hectáreas y puso en jaque a unos vecinos que estaban tranquilamente de sobremesa, por no hablar de los servicios de extinción, que, no me cabe duda, prefieren que no haya incidencias a tener que exponer su vida a la lucha contra las llamas, se debió a la imprudencia de una quema, de un pitillo o a la acción de una persona que necesita ayuda médica.

Tengo bastantes reservas de que alguna de las citadas anteriormente haya sido la causa del primer gran incendio de la temporada que, tristemente, creo que ha quedado inaugurada de esta forma.

Ahora que el buen tiempo parece haberse implantado de manera permanente en la comarca y las lluvias escasean, cabe preguntarse si tiene sentido que la Administración mantenga el mismo calendario que hace años sobre la campaña de incendios. Está claro que las cosas están cambiando y no puede continuar estableciéndose como período de alerta máxima entre julio y septiembre. Ahora que no hay veranos ni inviernos, es preciso replantearse el protocolo.

Es verdad que el personal de los distritos forestales está siempre atento y que ayer, en Rianxo, hubo un gran despliegue de medios aéreos y terrestres. Pero también lo es que la campaña como tal todavía no se ha activado y la cuestión es si estamos preparados para lo que pueda venir.

Los que no pierden el tiempo son los pirómanos. Esos sí que están al tanto, saben dónde, como y cuándo actuar, y habrá que ver las sorpresas que, desgraciadamente, nos irán deparando en los próximos meses, salvo que la improbable lluvia lo impida.