Reivindicación sí, vandalismo no

BARBANZA

19 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasen y lean. Si uno se detiene un poco, observará que abundan las reivindicaciones a su alrededor. Se encuentran pintarrajeadas, con más o menos destreza, en fachadas, muros y zonas comunes. Si en las puertas de los aseos abundan las declaraciones de amor, a veces con un talante tan posesivo como preocupante, en las vías públicas se encuentra todo un río de tinta escupida por botes de espray lanzando mensajes al viandante, a sus vecinos o, en muchas ocasiones, a la clase política -que suelen ser los que más rápido se borran, todo sea dicho-.

Entre los contenidos faltones e insultos, que abundan más de lo deseable, hay también mensajes con fondo social y que invitan a reflexionar. Aparecían, por ejemplo, en Ribeira tras el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una serie de pintadas bajo el logo del colectivo Woman Power en tono violeta (el color de la lucha feminista) contra la violencia machista. Los mensajes eran intachables. Llamativos, comprometidos y hasta ingeniosos en algunos casos: «Nin menos nin máis, somos iguais», «Cando digo non é non» o «O amor non é a hostia». Pero, ¿cómo juzgar a unos sí y otros no en función del contenido? Ante la ley, es tan vándalo el que escribe estas frases que buscan una sociedad más igualitaria como el que deja tras de sí un grafiti que hace apología del racismo porque el respeto a la propiedad, pública o privada, está por encima de estas formas de expresión que parten de la falta de respeto a lo ajeno, por muy loable que parezca la causa que defienden.

Hasta hace unos días esta redactora se encontraba en este debate, en el de si el fondo justifica las formas, hasta que la realidad le demostró que hay otras formas de hacer llegar el mensaje sin atentar contra la propiedad. Basta con dar un paseo por Castiñeiras para verlo. Y es que varios vecinos han sacado la pancarta a sus fachadas. Sobre el portal del garaje, la ventana o la puerta exponen sus reclamaciones. Piden, para quien no lo haya visto, solución al problema de la EDAR y los malos olores. Habrá quien no esté de acuerdo con la reivindicación, pero lo cierto es que al menos la exponen libremente sin producir daños a un tercero y consiguen igualmente lo que buscan: llamar la atención sobre la situación que les afecta.

Pasen y lean. La reivindicación es un arma de doble filo, tan legítima como la libertad de expresión, pero no cuando se convierte en vandalismo. Y, si tan claro tiene uno los ideales, tan orgulloso se siente de ellos y tan irrefrenable es el deseo por expresarlos e iluminar al resto del mundo, ¿por qué no hacerlo sobre la propia fachada? Cada vida ha de tener sus espacios huecos que el ideal ha de rellenar, decía la poetisa y activista Ward Howe.