Cuando el lobo entró en el colegio de Nebra

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

«Max», un ejemplar checo, fue la guinda a una jornada para desmontar tópicos que estigmatizan al animal

10 dic 2016 . Actualizado a las 17:15 h.

El lobo feroz se convirtió en un compañero de juegos ayer en el colegio de Nebra. Max, un ejemplar de raza checa de solo cuatro meses, fue la guinda a una jornada organizada con la finalidad de desmontar algunos de los tópicos que estigmatizan al animal.

La idea surgió hace unas semanas, cuando la hija de Luisa Santos Caamaño, una de las fundadoras de la protectora Arca, ensayaba para una representación teatral de Caperucita roja que se hizo en el centro. «Era un teatrillo cantado y la escuché decir: ‘Y los cazadores le hicieron pum, pum, pum’. Entonces hablé con la profesora para pedirle que, después de este cuento clásico, hiciéramos algo para darle voz también al lobo, al que siempre se demoniza», cuenta Santos. 

Batidas

Ella misma se encargó de preparar una amena charla en la que participaron los 44 alumnos del centro, de entre 3 y 11 años. Les habló del origen del lobo, de su importancia en el ecosistema y de que es una especie en peligro de extinción. «Desmentimos el mito de que se comen a los niños, porque les gusta estar en su hábitat y huyen de las personas», indicó la animalista. «También les explicamos que ya no hay lobos en la Serra do Barbanza porque hace unos 10 años hicieron una batida legal y mataron a los últimos 14 ejemplares. Los que atacan a los animales son híbridos o perros salvajes», indicó.

Los niños vieron tres vídeos ilustrativos, escucharon la otra versión de Caperucita roja, El lobito feliz, y aprendieron a aullar en una divertida mañana que acabó de la mejor forma posible, interactuando con la cría de lobo checo. Max jugueteó con los pequeños, así como Bela, un samoyedo, los primos hermanos del lobo nórdico. Aprendieron cómo deben acercarse a un perro para que no piensen que son una amenaza. Y, como colofón, hubo una exhibición de defensa.

Valkiria, un pastor belga a cargo de un entrenador homologado que colabora con el grupo canino para búsquedas y rescates de A Estrada, fue la protagonista. Como figurante, el propio director, Juan Filgueiras, quien hizo de delincuente y fue reducido por el animal. Llevaba una protección en el brazo, por lo que salió ileso entre aplausos y aullidos.