«Cada persona tiene que encontrarse bien y a gusto con su cuerpo»

A. Gerpe / A. Novo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La nutricionista alertó de nuevos trastornos en la alimentación que derivan en la ortorexia o en la vigorexia

07 dic 2016 . Actualizado a las 11:49 h.

La nutricionista barbanzana Áurea Cecilia Casais Martínez acudió a los estudios de Radio Voz Barbanza con motivo de la celebración, el pasado 30 de noviembre, del Día Internacional de los Trastornos Alimenticios. En el espacio conducido por Alejandra Novo, la especialista apuntó que la obesidad es uno de los grandes problemas, pero también alertó sobre otras afecciones que, incluso, pueden derivar en la muerte de quienes las padecen.

-¿Qué se considera un trastorno alimenticio?

-Es un comportamiento inadecuado hacia la alimentación. Cuando una persona, salvo que se dedique profesionalmente a la cocina, invierte más de cuatro horas diarias a pensar o hablar sobre la comida existe un indicador de que algo no va bien, tanto por defecto como por exceso.

-¿Cuáles son los trastornos más comunes en la actualidad?

-No solemos considerar la obesidad como un trastorno alimentario, pero sí lo es, realmente es el más común. También lo son la anorexia o la bulimia, que son los más conocidos. Por desgracia este tipo de afecciones van en aumento y ahora están de actualidad la ortorexia y la vigorexia.

-¿Puede hablarnos de estas últimas patologías?

-La vigorexia es el culto al cuerpo y se produce cuando una persona está obsesionada con su cuerpo en relación a la actividad física. Lo que busca es que su cuerpo sea más voluminoso en lo que respecta a los músculos y esto motiva que tenga una alimentación desequilibrada y que la actividad física sea también desmesurada. Busca que su cuerpo tenga un gasto energético en consonancia con su alimentación. Son personas que siempre se ven delgadas, es el extremo opuesto a la anorexia, donde quienes la padecen siempre se ven gordos. Por lo que respecta a la ortorexia, es una obsesión por la comida orgánica natural, por conocer el origen de los alimentos que se consumen.

-¿Muchos de quienes se obsesionan por comer sano lo hacen sin ayuda de profesionales?

-Ese es el verdadero problema, especialmente en la comarca, donde los especialistas o titulados universitarios somos muy pocos. Una persona que hace un ciclo formativo tiene unos conocimientos mínimos de lo que es una alimentación saludable, pero no puede llevar unas pautas más específicas en aquellos casos en los que se produce un trastorno de la conducta alimentaria o una patología relacionada con fármacos u otras cuestiones.

-¿Hay alguna franja de edad en la que estas enfermedades se manifiesten en mayor medida?

-La anorexia suele darse con mayor frecuencia en chicas de edades comprendidas entre los 10 y los 14 años, pero, por desgracia, hay un índice muy elevado de casos en mujeres que ya han cumplido los 50. Cuando comienzan con los desarreglos de la menopausia empiezan a obsesionarse por la alimentación y algunas empiezan a realizar dietas desequilibradas que se les van de las manos. El índice de fallecimientos es mucho más elevado en la edad adulta que a lo largo de la adolescencia. En cuanto a la vigorexia y la ortorexia, afectan más a personas de entre 20 y 40 años que tienen un poder adquisitivo mayor, porque comer de esta manera tiene un coste elevado.

-¿Qué papel juega la autoestima en estos casos?

-Depende de las situaciones. Generalmente, una persona anoréxica es disciplinada, organizada, estricta, no sirve cualquiera. Una bulímica es vaga, lo deja todo para el día siguiente. Suele tener la autoestima más baja y busca que su cuerpo sea su punto de inflexión. Quienes padecen ortorexia también suelen ser muy disciplinados.

-La moda, ¿dónde está el límite?

-El perfil está cambiando últimamente, pero debemos tener cuidado y no pasarnos al extremo opuesto. Las curvas están bien, pero en su justa medida. Cada persona tiene que encontrarse bien y a gusto con su cuerpo. La moda nos da una vertiente, pero cada uno tiene que sentirse bien y, sobre todo, actuar de manera saludable; no debemos condicionarnos por lo que nos quieran imponer desde fuera.