El vandalismo y la basura enturbian unas vistas de película

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La ruta hasta las ruinas está bien señalizada, pero no hay papeleras en todo el entorno y
los desperdicios acaban en el suelo

30 nov 2016 . Actualizado a las 07:56 h.

Una tele hecha añicos, botellas, paquetes de clínex, plásticos y bolsas. Esta es la pegada del hombre contemporáneo en el entorno de un poblado de más de 2.500 años. El conjunto de ruinas del castro de A Cidade, en la cima de la montaña, se ha salvado, hasta ahora, de las pintadas y actos de vandalismo que se han ido produciendo a su alrededor, las dos mayores pegas que se pueden poner a una ruta que, además de ofrecer una ventana abierta a la historia del municipio, tiene unas vistas de película.

La visita comienza a las espaldas del un mirador premiado, el de Pedra da Rá. Un gran cartel divulgativo explica lo se encuentra siguiendo una señalización útil para todo el que no conozca la zona para hacer más sencillo el camino de ascenso y descenso. En castellano, gallego e inglés se presenta el asentamiento de la Edad del Hierro y los trabajos que hasta ahora se han llevado a cabo en el yacimiento.

Con las indicaciones básicas y el trazado bien indicado, el primer escollo se encuentra ya en la línea de salida. Una gran piedra complica el acceso y, aunque hay un segundo sendero un poco más adelante que da un pequeño rodeo y acaba empalmando con el principal, este no está señalizado. Es, precisamente, al lado de ese camino secundario, donde se encuentra un pequeño vertedero en el que han tirado hasta una antigua pantalla de lo que debía ser una televisión.

Falta de papeleras

Las huellas del vandalismo, al igual que los desperdicios que tiraron al suelo los visitantes, ante la falta de una sola papelera en toda la zona, aparecen tanto a lo largo del camino como en la cima. Hay placas metálicas de la señalización arrancadas, otras dobladas a conciencia, rascadas y pintarrajeadas. Ya arriba, se extiende una panorámica de 360 grados, que alcanza desde la laguna de Carregal a Corrubedo, pasando por la triste huella de los incendios de este verano, la isla de Sálvora y Coroso. En medio de este viaje, el nombre de una tal María, pintado con letras azules de gran tamaño sobre una de las piedras que mira a la costa, rompe el clímax paisajístico.

Desde el gobierno de Ribeira indicaron que la falta de papeleras se debe a que el servicio de recogida de basura no llega hasta el mirador y la instalación de mobiliario urbano en un entorno arqueológico es muchas veces inviable, porque Patrimonio no lo suele permitir. En todo caso, el GAEM se encargará actuar en la zona para limpiar las pintadas y los puntos de basura para que no acabe siendo un vertedero incontrolado. Además, se prevé seguir ampliando la excavación en una tercera fase con cargo a los fondos europeos Leader. Y es que bajo el suelo se esconden aún muchos secretos por descubrir de los antepasados barbanzanos.