«El cuerpo perfecto no existe»Relación con la balanza.

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

carmela Queijeiro

Tras quedar subcampeón de España de fisioculturismo y renunciar al Míster Universo NAC, piensa en coger más volumen y subir de nivel

28 nov 2016 . Actualizado a las 11:51 h.

Enrique García Pérez podría haber llegado a ser Míster Universo NAC a sus 28 años. Estaba invitado a participar en la competición que se celebró el sábado en Hamburgo, Alemania, tras quedar como subcampeón de España en la categoría de talla baja Míster Athletic de la AEFF, asociación nacional de fisioculturismo y fitness. «Aunque todo el mundo me animaba a ir decidí no hacerlo porque para mí lo primero es mi trabajo y luego todo lo demás», explica el zamorano que desde hace un año y medio decidió afincarse en Boiro, en donde ha montado un negocio de dietética, nutrición y suplementos deportivos.

Antes de autónomo, fue vigilante de seguridad, pero a su pareja, también fisioculturista, le salió un trabajo en Barbanza y él no dudó en seguirla y montar, al fin, el negocio para el que tanto había trabajado. Enrique García, más conocido como Kike, comenzó a esculpir su cuerpo cuando tenía 17 años. Hacía boxeo y acabó enganchándose a las pesas. «Empecé como cualquier chaval: iba un par de días al gimnasio intentando obtener resultados, aunque comía y bebía todo lo que me daba la gana», cuenta. Y, con el tiempo, fue dando importancia a llevar una vida sana.

Explica que se diferencia de los culturistas, principalmente, en el volumen. De hecho, al medir 1,73 metros no puede sobrepasar los 76 kilos: «Yo vestido no llamo la atención y busco más proporción en los músculos, aunque estoy pensando en dar el salto y meterme en lo otro».

Una afición

Debutó como fisioculturista en el campeonato gallego y del norte de España celebrados en el 2013, uno por la mañana y el otro por la tarde en Narón, y ganó ambos. Desde entonces no se ha presentado a muchas competiciones «porque lo hago como una afición. Entreno habitualmente, es una forma de vida y cuando veo que tengo un año bueno es cuando decido presentarme», indica.

Eso sí, cuando participa es siempre «con la mentalidad de ganar», confiando en sus posibilidades y sin obsesionarse con el resto: «Nunca me paro a ver cuántos somos, ni me pongo a mirar antes contra quién voy a competir».

Para conseguir la plata en el campeonato nacional estuvo trabajando diez meses. Se acuerda perfectamente el día en que empezó esta carrera de fondo espartana, el 12 de febrero. Desde entonces no se dio un día de descanso, ni fines de semana, ni festivos. Explica que lo primero que hacía, nada más levantarse, eran entre 20 minutos y una hora en bici estática en ayunas «para mantener la línea», algo que sigue haciendo una vez pasado el día D.

Comida biológica y Suchard

¿Por qué lo hace? «Para sentirme mejor conmigo mismo. Yo no me exhibo, ni enseño mi físico en la playa. Suelo comer lo más biológico posible, aunque soy humano y también me gusta el turrón de Suchard», dice entre risas. Solo los sábados por la noche se permite comer lo que más le apetece y disfruta, reconoce. Para él «no existe un cuerpo perfecto, como mucho puedes buscar la perfección dentro lo que tu genética te permita». Es ordenado, perfeccionista y muy metódico en sus horarios, entrenamientos y comidas. «El cuerpo me lo pide», asegura, y la conciliación de estos hábitos no es un problema con una pareja que también es fisioculturista. «Nos aguantamos y nos entendemos», suelta Kike en tono jocoso.

En su tienda se encarga de enseñar a comer a los clientes, «que no a hacer dietas», y consigue cambios asombrosos, como la imagen del antes y del después de perder 20 kilos en tres meses, que luego sube a Facebook: «Me gusta adaptarme a la gente que no lleva mi vida».

Relación con la balanza. Su relación con la balanza es meramente profesional, cuando tiene que pesar a sus clientes: «Hay gente obsesionada con el peso y para mí es lo peor, lo importante es bajar grasa y volumen». Él, que mide 1,73 metros, pesa unos 74 kilos.