La hipocresía de algunos padres

BARBANZA

25 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Con el inicio del curso escolar ha vuelto la polémica que, desde hace unos años, calienta el ámbito educativo. ¿Deben o no los profesores poner deberes a sus alumnos? Lo cierto es que la pregunta no es fácil de responder y daría pie a un debate largo. Tanto yo como la mayoría de los padres con los que he hablado del tema tenemos la misma opinión. Consideramos que no se debe saturar a los niños con dos horas diarias de deberes, pero entendemos que media horita para repasar los contenidos aprendidos en clase no le viene mal a nadie.

Más allá de las opiniones a nivel general, creo que para abordar el fondo de esta cuestión sería necesario ir caso a caso. Quizás un alumno que no dedica las horas lectivas a trabajar merece el castigo de concluir las tareas en casa. A otros a lo mejor les viene bien ese trabajo extra para seguir el ritmo de sus compañeros. Lo que está claro es que, en el futuro, todos tendrán que hincar los codos si quieren sacar el curso adelante, así que no les viene mal empezar en primaria a adquirir el hábito de estudiar en casa, aunque sea a pequeñas dosis.

Lo que ocurre es que, como cada maestrillo tiene su librillo y unos cargan a sus alumnos de deberes mientras otros evitan mandar tareas para casa, se crean diferencias. Y cuando estas se producen en el mismo centro educativo e incluso en diferentes aulas de un mismo curso, el mosqueo de los padres puede incluso llegar a ser comprensible.

Pero los progenitores tampoco estamos, ni mucho menos, libres de culpa. En cuestiones como esta de los deberes nos comportamos como auténticos hipócritas. Tanto los que critican las tareas, argumentando que los niños necesitan tiempo para jugar y estar en espacios al aire libre, como los que no, tendemos a diseñar a comienzos de cada mes de septiembre un complicado calendario. Clases de refuerzo, inglés, fútbol, patinaje, natación, pintura, tenis, danza, atletismo, triatlón, zumba... Son muchos los peques que no disponen ni de una tarde libre a la semana. Al fin y al cabo, todos queremos que nuestros pequeños lleguen a casa a fin de curso con las mejores notas, si puede ser sobresaliente que no sea notable, pero también nos gustaría que nadaran como Phelps, agarraran la raqueta a lo Rafal Nadal, fueran un Messi en potencia y dominaran el inglés, que ya se sabe que es un idioma imprescindible.

Que los niños de hoy en día están saturados es una realidad indiscutible. Puede que los deberes de algunos profesores contribuyan y quizás lo ideal, como dicen algunos especialistas en la materia, sería que libros y libretas quedaran todos los días en el colegio, pero está claro que los padres no estamos libres de culpa.