Deberes

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

24 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Se habla estos días sobre la procedencia o no de los deberes escolares lo que me retrotrae a mi paso por diferentes AMPA y algún consejo escolar, pues este asunto me preocupaba mucho y lo puse encima de diferentes mesas. Tengo una posición contraria, bastante reflexionada y algo documentada. Antes de nada hay que discernir entre una tarea puntual, sea como complemento o como castigo por la dejadez en clase, y la imposición sistemática de deberes. Pienso que, como obligación cotidiana que ocupa un tiempo relevante, es una anormalidad que demuestra el fracaso de nuestro sistema educativo.

Pero esta aberración curricular ha encontrado dos terrenos propicios para mantenerse, en contra de toda lógica y del ejemplo de sistemas educativos de éxito: los padres indolentes y los profesores cómodos. Los primeros no se preocupan lo más mínimo porque sus hijos los hagan o no. Los segundos han encontrado en esta práctica una relajación de sus exigencias profesionales: los padres -o las pasantías- realizan durante varias horas el trabajo por el que ellos cobran a fin de mes. En algunos casos materias sin explicación previa y que después se daban por vistas sin comprobación alguna.

Con una jornada escolar de entre cinco y siete horas, según el nivel y el tipo de estudio, debería ser más que suficiente (lo es por ejemplo en Noruega). Recuerdo que mi hijo llegaba, merendaba y luego dedicaba una media de dos horas a las tareas de casi todas las asignaturas. La mayoría de los días le quedaba muy poco tiempo libre antes del baño y la cena. La educación de un niño tiene más ámbitos que el escolar.