Si el trabajo es salud...

Estevo Silva Piñeiro SOSPECHOSO HABITUAL

BARBANZA

22 ago 2016 . Actualizado a las 10:22 h.

Si se me permite ser completamente sincero, esta semana ha sido especialmente complicado juntar estas palabras. Al contrario que la mayoría de los currantes del Estado, la segunda quincena de agosto es un momento de máxima exigencia en mi trabajo y el poco tiempo libre que tengo me gusta dedicarlo a perderlo en una desidia tan dulce como inútil.

Aun a riesgo de ser impopular, he de decirlo: no me gusta trabajar. Y que conste que me gusta mi trabajo, pero no me gusta estar contratado a cuarenta horas y trabajar cincuenta y muchas cobrando como si trabajara treinta. No me gusta tener que escuchar cosas como «por lo menos tienes trabajo» o «ya le gustaría a muchos». Detesto esa coletilla condescendiente del que dice «a ese no le gusta trabajar» -si a usted le gusta hágaselo mirar-, o los que desprecian los trabajos artísticos porque «eso no es trabajar».

Incluso la biblia dice «ganarás el pan con el sudor de tu frente», no con tu sangre o el resto del tiempo de tu vida; no a costa de la conciliación familiar.

Hemos fraguado una sociedad basada en la competitividad entre nosotros. Estamos dispuestos a pisar al de al lado, dispuestos a cobrar treinta euros menos del ya pírrico sueldo que cobraba nuestro antecesor en el puesto.

Anteponemos el trabajo prácticamente a la totalidad de las cosas de la vida. Ponemos nuestra dignidad a los pies de los caballos del patrón de turno y le sonreímos cuando nos pisa. Y callamos para que no nos llamen vagos, o peor aún, callamos para poder llevarnos algo de pan a la boca. ¡Qué gran país este!