La juventud

Juan ordóñez buela AL FINAL DO TÚNEL

BARBANZA

19 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No se cansan de repetirlo: los chavales de ahora ya no son lo que eran. Cualquiera habrá podido escuchar testimonios como estos: «Nuestra juventud está mal criada»; «no tengo esperanzas para el futuro de que nuestra juventud de hoy coja las riendas del mañana»; «los niños no hacen caso a sus padres, esto acabará mal»; «los jóvenes son vagos y perezosos, no serán nunca como la juventud de antaño». La primera cita es de Sócrates (470 antes de Cristo), la segunda de Hesiodo (720 antes de Cristo), la tercera es la de un sacerdote egipcio (2000 antes de Cristo) y la última fue descubierta en una cazuela de barro en las ruinas de Babiolinia (3000 antes de Cristo). ¡Cómo pasa el tiempo!.

Decía don Ramón y Cajal que lo que caracteriza a una persona y a una sociedad vieja es pensar que su deterioro va unido al del universo. Parece como si los adultos no nos atreviéramos a asumir la responsabilidad del mundo en el que hemos colocado a nuestros hijos, dejándolos huérfanos de soluciones y de razones de vivir. Si continuamente anunciamos a nuestros chavales que se van a debatir en un mundo invisible, ¿cómo podemos esperar que los chicos crean en ideales que sirvan para inspirar su vida?.

Es nuestra responsabilidad transmitirles un mundo en el que estén orgullosos de vivir, haciendo las correcciones que sean precisas. Pedir esfuerzo a los críos, sí, está bien y es lo correcto; pero no solamente a ellos, también hay que pedírselo a la Administración, a los educadores y, sobre todo, a los padres. Las lecciones mejores no son aquellas que se imparten en la escuela, sino las que se dan en casa y eso lo sabe la juventud.