La agria bendición del paso de la Amargura

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

El estreno de una imagen nueva esta Semana Santa motivó otro conflicto entre el párroco de Boiro y sus feligreses

12 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Boiro lució este año un nuevo paso en Semana Santa, situación que tendría que haber sido un motivo de orgullo para los feligreses de la parroquia de Santa Baia, para los creyentes en general y hasta para los vecinos que gustan de las procesiones vistosas. El problema fue que tal estreno se vio empañado al convertirse en un nuevo un punto de fricción ente el párroco, Rogelio Freijo, su comunidad y hasta con vecinos que aparentemente no tienen relación con esta parroquia boirense.

El paso, realizado por encargo de la Cofradía do Cristo da Misericordia, se financió con mucho esfuerzo para sustituir a la imagen de la Virgen de la Soledad, que pesa demasiado y fatiga a los costaleros, que cada vez tienen más edad y, en consecuencia, se cansan antes. La principal diferencia entre la nueva, y la de toda la vida, es que la primera es hueca y, por lo tanto, pesa menos y facilita el paso.

Cambio de última hora

La sorpresa de los cofrades, y de numerosos boirenses que disfrutan las procesiones en los días de Pasión, llegó al trascender que el párroco, a pocas jornadas de la Semana Santa, señaló a la entidad que no admitía el relevo. El argumento que utilizó fue que la nueva imagen no podía considerarse una réplica. Tal anuncio solo sirvió para echar más gasolina a la incendiaria relación entre el sacerdote y sus feligreses, que reaccionaron explicando al cura que harían pública la afrenta. Él, y según señalan fuentes de la entidad, aceptó que saliera, pero con otro nombre.

Los responsables de la cofradía, hilando muy fino, decidieron bautizar la nueva imagen como la Virgen de la Amargura: «¿Y cómo íbamos a llamarla si don Rogelio nos amargó a todos la Semana Santa sin que hubiese empezado?», explicaba ayer el hermano mayor, Jesús Martínez. El mismo Martínez detalló como el sacerdote buscó a un grupo de feligreses que portasen a la Virgen de la Soledad: «El problema fue que, por el peso, se retrasaban y ralentizaban el paso. Al final salió más o menos bien, pero esto ejemplifica, una vez más, la forma de actuar que tiene el párroco contra los boirenses».