Las cofradías y los caperuzos

José Antonio Ventoso FOGUETES

BARBANZA

25 may 2016 . Actualizado a las 14:48 h.

Las cofradías de pescadores se asemejan a las religiosas en compartir un origen común, un pasado cómplice y un futuro confuso. Las religiosas pasean los santos y pasos en Semana Santa y las de pescadores, los conflictos y enfrentamientos corporativos por el mar y la montaña. Quizás la vena de intolerancia religiosa para con el otro, reconocido no como colaborador, sino como invasor, les impide avanzar en las políticas de democracia participativa y economía social.

Las cofradías de Ribeira y Aguiño vuelven a la greña, esta vez por un punto o una raya entre la playa de O Castro y O Carreiro. ¡Qué más da!, la cuestión es buscar motivos para el agravio y la exacerbación de las diferencias. Lo de Ribeira es de vergüenza ajena: tres cofradías en permanente conflicto, enfrentadas por la explotación de la almeja, la nécora, el erizo, la navaja o la miñoca. Por cierto, no se puede comprar ni capturar miñoca gallega. ¡Hasta la miñoca es coreana, vivir para ver!.

En el enfrentamiento hay un máximo responsable: la Consellería do Mar. Ella tiene la obligación de preservar los recursos marinos, ¡que son de todos los gallegos y no solo de los pescadores!, estableciendo parámetros de evaluación de proyectos en función de la mejora de la rentabilidad y de la importancia cualitativa de los beneficios. Mar, en consenso con las cofradías, debería planificar el rendimiento de las explotaciones a su cargo, independiente de la fórmula jurídica elegida: concesión, autorización o libre marisqueo. Mediante una explotación racional que mejore, la calidad del medio y permita unos rendimientos más altos.

La consellería está obligada, ¿es que aquí no dimite nadie?, a garantizar el acceso pleno a la explotación de los recursos entre profesionales de distintas entidades que permitan el desarrollo de proyectos de interés común, considerando y priorizando la eficiencia económica y social. La necesaria responsabilidad del sector en la gestión o cogestión de los recursos no debe confundirse con la de la consellería. Pero eso exige poner fin al paternalismo, a la manipulación política de las cofradías, a desoír su corporativismo rampante y exigirle lo que al resto: ¡a moverse que ya toca!.