Segunda división para las zonas rurales

A. Gerpe CRÓNICA

BARBANZA

19 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Regresa a la actualidad uno de mis caballos de batalla: el transporte público. Por lo que parece, el Gobierno autonómico no cree que sirva para formar una gran Galicia, sino que acaba de articular una serie de medidas que profundizan más en las diferencias que hay entre la Galicia urbana y la rural. En lugar de favorecer el acercamiento entre las áreas periféricas y las ciudades, lo que siempre permite sinergias, se busca todo lo contrario. La última novedad es la relativa al transporte en las áreas metropolitanas. Quienes están incluidos en ellas disponen de ventajas, desde una reducción en el precio del billete hasta la gratuidad del mismo para los menores de 18. La verdad es que los que no viven en la capital no necesitan que les rebajen el billete, porque con la red de transporte público de la que disponen ni tan siquiera tienen la posibilidad de que se convierta en un medio de desplazamiento habitual.

Lo de quedar excluidos de las ventajas que supone el área metropolitana a nivel de transporte colectivo no ha sentado nada bien a los alcaldes barbanzanos, algo lógico por otra parte. Su primera pretensión es contar con una red que permita a los ciudadanos viajar en autobús sin tener que salir de casa con la fiambrera. En los lugares de España en los que sí se prima el transporte público, la gente es una de las cosas que mira a la hora de adquirir un piso. No les importa que esté situado en una localidad a cierta distancia de la ciudad en la que trabajan porque saben que disponen de medios de acceso que les resultan más baratos y cómodos que un coche y, por lo tanto, sus viajes están plenamente garantizados.

Aquí sucede al revés. No queremos que las zonas rurales pierdan habitantes, se habla de fijar población, pero no de implantar servicios, más bien todo lo contrario. La ecuación, en esos términos, no resulta. Si no paran de ponerse obstáculos en el camino, la escasez de líneas de transporte para llegar desde Porto do Son a Santiago, por ejemplo, o el hecho de que uno se suba en un autobús a Ribeira y acabe realizando la vuelta a Barbanza antes de llegar a la capital de Galicia no favorece que personas que buscan una alternativa laboral vayan a quedarse en el pueblo que les vio nacer. A eso hay que unir el hecho de que, poco a poco, van perdiéndose prestaciones por el camino.

Los regidores de la comarca deben dar la batalla para que haya líneas de transporte adecuadas en la comarca y con las mismas facilidades que las de las áreas metropolitanas, porque de lo que se trata es de equilibrar, no de crear ciudadanos de segunda y de tercera. Las empresas hablan de que no es rentable por la escasez de viajeros. Cosas menos integradoras se han subvencionado.