Anda el prado revolucionado con los casos de vacas que estaban en malas condiciones en distintas granjas de Galicia. Aunque de principio conviene aclarar que son bien distintos y la gravedad de los mismos también. De hecho, aún siendo lamentable el estado de las vacas de Abanqueiro (Boiro), considero que su gestión se ha visto influenciada negativamente por aquellos donde una parte de las reses murieron. Además, a poco que se pregunte, se puede comprobar que el origen del problema es totalmente distinto. En los casos más graves subyace la condena dictada por España y la UE sobre nuestras explotaciones ganaderas, mientras el otro se circunscribe a un problema de índole personal.
Siendo así, no entiendo que las reses de Boiro hayan sido entregadas a una asociación animalista (Vox Anima) para que las traslade a una granja de recuperación de animales maltratados (lo de santuario me parece ?además de mala utilización de ese sustantivo? una patochada). Y digo esto porque había una propuesta de un familiar directo con los medios y el espacio adecuado para el mismo fin. Ya nos gustaría a todos que la Justicia fuese tan directa y finalista, por ejemplo, con los bienes y medios empleados por los narcotraficantes. O con los de los políticos y banqueros corruptos. Y me sorprende lo poco que se ha hablado del papel de la Xunta, pues el fallo en los mecanismos de control es evidente.
Hay que erradicar el maltrato animal, pero no se puede hacer tabla rasa con todos los casos. Que en este país, puestos a tirar por la calle de en medio, nos salimos del pueblo a la primera.