Cervantes

Maxi Olariaga LA MARAÑA

BARBANZA

27 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Así habló don Quijote: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida».

Así lo proclamó el resucitado Cervantes, sentado en el sillón de la presidencia de las Cortes españolas. Sus señorías aplaudían. Algunos, los más sospechosos de no compartir las palabras de don Miguel, se revolvían en sus escaños como si una pulga inesperada se hubiera colado por la pernera de su traje de alpaca.

Cervantes sonrió socarrón y mirándoles a los ojos les dijo que él había escrito El Quijote en un par de días y con una sola mano -recuerden Lepanto- y que ellos, con trescientos cincuenta pares de manos, en cuatro meses, no habían logrado formar un gobierno que protegiera y hasta mimara la libertad que tanto amaba el noble hidalgo de La Mancha.

En ese momento, además del aplauso, en los rostros de bastantes diputados, se acartonó alguna sonrisa de niño travieso cogido en la trampa de la mentira. La actriz Marisa Paredes, desde la tribuna, miró uno a uno a los diputados y dejó que su maravillosa voz rociase los escaños citando las palabras de Sancho Panza cuando renunció al gobierno de la Ínsula Barataria: «En efecto, yo entré desnudo en el gobierno y salgo desnudo de él, y así podré decir con segura conciencia, que no es poco: desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano».

A alguno se le atragantó la gominola. ¿Habrán aprendido algo sus señorías? Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal visitaron El Toboso. Pero esto se lo contaré otro día.