Barbanza vivirá su sexta moción de censura

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez NOIA / LA VOZ

BARBANZA

La casa de cultura sonense fue escenario de la última votación de una moción de censura.
La casa de cultura sonense fue escenario de la última votación de una moción de censura. Carmela Queijeiro< / span>

Hasta la fecha, han prosperado tres de los cinco intentos de provocar un cambio de alcalde

14 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los nervios están a flor de piel en Noia a cuenta de la situación política y del panorama abierto después de que el PP y el NOIA presentaran una moción de censura contra el regidor socialista, Miguel Paz. Aunque, ciertamente, la posibilidad de derrocar a un alcalde una vez iniciado el mandato es tan democrático y legítimo como un pacto entre dos o más grupos para formar gobierno, se trata de una práctica poco habitual y que, en consecuencia, levanta un gran revuelo cada vez que alguien la invoca. De hecho, pronto se cumplirán cuarenta años de la celebración de las primeras elecciones municipales tras el franquismo y la de Noia será la sexta moción de censura que vivirá la comarca. Habrá que ver si su resultado equilibra la balanza entre las iniciativas que han prosperado y las que no o si la inclina todavía más hacia el lado de las que han logrado su objetivo.

De las cinco mociones de censura que se han votado hasta el momento, tres acabaron con un relevo en la alcaldía. Una de las que más se ha hablado es de la que derrocó a Manuel Velo en 1988. Fue la primera que se tramitó y la primera que triunfó, lo que ya de por sí le confiere un espacio propio en la reciente historia democrática del área barbanzana, y su protagonista siempre está dispuesto a recordar eses episodio y su etapa como alcalde a quien quiera escucharle. Cuatro de sus ediles le retiraron su apoyo y sumaron fuerzas con el PP, el Centro Democrático y Social y el Partido Demócrata Popular para presentar una alternativa de gobierno. Velo siempre sostuvo que detrás de esta maniobra había intereses urbanísticos, mientras que quienes le apartaron del poder aludieron a su carácter autoritario como fuente de conflictos dentro y fuera del ejecutivo local.

Tampoco fue pacífico el proceso que acabó dejando sin bastón de mando al nacionalista Ramón Noceda en 1989. En su caso, la rebelión también partió de sus propias filas -cuatro de sus ediles se aliaron con los de Converxencia Nacionalista Galega- y entre las perlas que le dedicaron en las horas previas al debate de moción de censura hay argumentos como las relaciones del entonces mandatario carnotano «con círculos perigosos e que teñen compoñentes mafiosos». La sesión que propició el cambio en la alcaldía no fue más amable y hubo acusaciones de todo tipo, insultos, aplausos y abucheos.

Elementos en común

La tercera moción de censura que llegó a buen puerto en territorio barbanzano tiene en común con las anteriores la tensión, los cruces de acusaciones y la asistencia multitudinaria de vecinos a la sesión de investidura del nuevo alcalde. Su recuerdo está aún reciente, fue en Porto do Son en el 2009 y aupó al gobierno local al bipartito formado por PSOE y BNG. En vista de los antecedentes no extraña la tensión que se respira en Noia a pocos días del pleno en el que la corporación tendrá que elegir entre mantener a Miguel Paz al frente del Concello o colocar en su puesto al popular Santiago Freire, ni tampoco que se pida que el debate se traslade a un escenario como el coliseo Noela.

Lo más probable es que el acuerdo entre NOIA y PP acabe en un nuevo ejecutivo, pero no hay que perder de vista que, a veces, las previsiones fallan. Y para muestra, lo que ocurrió en Ribeira en 1989. Ventoso Mariño se postuló para relevar a Ricardo Pérez Queiruga en el Concello, pero, de los once concejales que firmaron la moción de censura, uno se abstuvo y el otro no apareció en la votación, con lo cual se produjo un empate que dejó el bastón de mando en manos de Pérez Queiruga y Alianza Popular. El PSOE acusó entonces a AP de «haber desbaratado la moción mediante métodos propios de la mafia». Más sorpresivo fue el fracaso del intento de apartar al mazaricano Xoán Ramos del poder en 1992. En las elecciones de 1991, él fue el único edil del BNG que resultó elegido. Aún así, no solo logró hacerse con la alcaldía sino que además superó con éxito una moción de censura.