Las vertientes de la seguridad viaria

BARBANZA

11 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La seguridad viaria depende de muchos factores y, no cabe duda, uno de ellos está en manos de quienes van a los mandos de automóviles, motos y bicicletas. Que respeten los límites de velocidad, la señalización y que vayan con los cinco sentidos puestos en la calzada y en lo que sucede en la misma es determinante. Bien sea por el miedo a las sanciones o a la retirada de puntos, o por el temor a que un accidente les arrebate la vida o deje secuelas imborrables, lo cierto es que los automovilistas están haciendo un ejercicio de responsabilidad, aunque haya quien piense al leer estas líneas que es mejorable. Me comentaba un taxista ribeirense que sus carreras se habían disparado con motivo de las celebraciones de carnaval porque los conductores prefieren disfrutar tranquilos de la fiesta y no coger el coche con dos copas de más. 

La parte de los automovilistas está controlada por los agentes de la autoridad y por el Código de Circulación, que establece cuantiosas multas para los infractores y hasta penas de cárcel si es preciso.

No está tan controlada la parte que corresponde a las Administraciones, que también tienen su cuota de responsabilidad. El hecho de que se haga una inversión en farolas para aportar claridad nocturna a puentes que se considera que, por su longitud, deben estar bien iluminados, como es el caso del de Ceilán, y que estas solo se hayan encendido el día que se inauguraron, también es un elemento de seguridad viaria. Como también lo es el hecho de que continúen a oscuras la rotonda de Orro o la salida de la autovía en As Saíñas, por citar algunos ejemplos. 

En noches oscuras y lluviosas como las que se están viviendo estos días,  una carretera bien iluminada también es un elemento que incide en la seguridad, de la misma forma que la señalización horizontal o, por ejemplo, la colocación, en los márgenes de la carretera, de elementos reflectantes, especialmente en tramos especialmente peligrosos.

Pavimentar las carreteras para que el pelotón de la vuelta ciclista no encuentre baches a su paso está muy bien, pero antes de que la serpiente multicolor enfile la subida hacia el mirador de O Ézaro, allá por el mes de agosto, habrá un nutrido grupo de vecinos que transitarán diariamente por la carretera que une los núcleos muradanos de Abelleira y Torea. El autobús escolar efectuará ese recorrido cinco días a la semana, sorteando las sinuosas curvas y pegándose a los bordes para no colisionar con los coches que vienen de frente. Esos también son motivos de seguridad viaria más que suficientes para que, de una vez por todas, se acometa la reclamada ampliación de la calzada. Para que los conductores sobrios dejen de temer por un accidente.