Las caretas se ponen durante todo el año

BARBANZA

10 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es época de cocidos, filloas, orejas, rosquillas, disfraces y caretas. Estas últimas permiten mantener el anonimato, algo muy útil en carnaval para fastidiar a los que van sin disfrazar y no te pueden reconocer, eso sí, siempre con buena fe y sin lastimar, sin llegar al extremo de dejar inconsciente a nadie, como ocurrió en Noia. Porque mal usada, la careta puede ser peligrosa. Ese anonimato que te brinda se puede convertir en un arma peligrosa, que te absuelve de todos los pecados porque si nadie sabe que tú los cometiste, tampoco hay que confesarlos.

En este época, donde la tecnología está presente en todos los aspectos de la vida, las máscaras también dieron el salto al ciberespacio y la mayoría de las veces las personas que se las ponen tienen de todo menos buenas intenciones. En A Pobra está el río revuelto por culpa de un gracioso que se dedica a subtitular una escena de una conocida película con un famoso alemán como protagonista. Los doblajes cómicos son algo habitual que con Florentino Fernández y Javier Capitán alcanzaron su máximo esplendor cuando poco antes del prime time se emitía el programa El Informal. Aquellos montajes tenían su coña y arrancaban más de una carcajada. Podían hacer crítica e incluso lanzar algún dardo con un objetivo claro, pero imperaba el buen humor. Como suele ocurrir con todo, la práctica fue degenerando y los enmascarados de la red vieron su oportunidad de hacer el mal sin tener que dar la cara.

El humor y el mal gusto pueden confundirse muy fácilmente. Puede ser cierto o no que un trabajador desatienda su puesto en ciertos momentos, pero son sus jefes los que al final del día tienen que valorar si en el cómputo global de la jornada se cumplieron los objetivos o las tareas asignadas. El alcalde pobrense, Xosé Lois Piñeiro, tiene claro que sí, que el personal municipal cumple con su función y por ello defiende que las críticas vertidas en un vídeo que anda circulando por las redes sociales son injustificadas e incluso pueden considerarse injurias. Los afectados, que son nombrados explícitamente, han presentado denuncias para intentar que el gracioso anónimo no vuelva a caer en la tentación de coger el ordenador y ponerse a editar vídeos a su antojo. Puede pasar esto o lo contrario, que se crezca al ver que cumple su cometido.

Lo que pasará no se sabe aún pero muchos acaban quitándose la careta porque tienen la necesidad de que las alabanzas, de sus seguidores, o las críticas, de sus detractores, tengan una cara a la que dirigirse. Es lo que tiene la vanidad, que hace que hasta Homer Simpson revele su identidad como el Señor X cuando le comunican que ganó el Pulitzer, porque las caretas no ocultan las ganas de gloria.