Otoño de pocas luces

Javier Romero Doniz
Javier Romero EL PERISCOPIO

BARBANZA

27 nov 2015 . Actualizado a las 20:37 h.

Otoño es una estación de tránsito hacía el duro invierno. Pero el calendario no perdona, y la realidad, más allá del espejismo estival, regresa en forma de una población autóctona en la que el turista brilla por su ausencia. Vamos, que a estas alturas del año ya somos los que somos y estamos los que somos. El otoño del 2015, que termina en unos días, deja para el recuerdo (y la hemeroteca, que viene a ser lo mismo) varias noticias para todos los gustos. Algunas no saltaron antes por el exceso de luz solar. Pasó en Boiro, principalmente, y, en menor medida, en Ribeira. Los afectados son esos héroes que mantienen vivo el pequeño comercio local haciendo frente a las atractivas ofertas de grandes áreas comerciales. Pero la realidad de estos autónomos, cuando el sol dice hasta mañana, es que la luz brilla por su ausencia con farolas que apenas prestan el servicio deseado. Las interpretaciones de quienes gestionaron los cambios son legítimas y, por lo tanto, respetadas, igual que las opiniones de los comerciantes cuando protestan, ya sea en la alcaldía con apenas resultado o a través de la prensa. Pero dejando a un lado otras polémicas (como que sean empresas que no son de la comarca las que hacen los trabajos y se llevan el dinero) sería bueno concentrar los esfuerzos en solucionar los problemas y no en buscar chivatos. O parches como el alumbrado navideño que, al igual que el verano, no deja de ser un espejismo de corta duración que dará paso a un invierno que, la verdad, se espera con más luces que este otoño.