Amistad antes de la gran prueba

BARBANZA

MARCOS CREO

02 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Marina Vidal e Irene Suárez esperan nerviosas en la puerta del salón de actos del instituto Número Un, donde se enfrentarán a los exámenes de septiembre. Suárez será la primera en entrar, para realizar la prueba de gallego de primero de bachillerato. Alumna del módulo de adultos, asegura que antepuso sus estudios al ocio durante este verano, aunque no sabe como le saldrá este ejercicio. Al lado de las jóvenes, un par de chavales repasan incansables sus apuntes, mientras el sudor recorre su frente. En menos de media hora los tres tendrán que entrar: las cartas están echadas.

Cuando Irene Suárez encare el camino del aula, sabe que tendrá a su amiga Marina Vidal apoyándola desde la distancia. Vidal tiene el examen más tarde. Intentará recuperar castellano, asignatura que se le atragantó el pasado curso: «En segundo de bachiller hay muchísimo temario, solo para esta prueba tenemos doce temas, a los que hay que añadir autores y varios libros». La joven se muestra disconforme con esta metodología de evaluación: «Creo que perdemos el tiempo, en el examen sueltas toda la información y al acabar se te olvida completamente todo». 

Vidal tiene varias materias para recuperar, aunque solo intentará quitar gallego, castellano y matemáticas: «El resto las dejo para este curso, fueron demasiadas, prefiero repetir y tener más tiempo». Ninguna de las jóvenes echa la culpa a los profesores de su presencia en septiembre, para ambas la explicación está un poco más arriba: el problema es el propio sistema.