«Empichados» y cosas de mayor fuste

Alicia Fernández LA SEMANA DE...

BARBANZA

28 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Por prudencia he esperado unos días para tocar el chusco asunto del alcalde de Boiro y su fiebre «empichadora». Yo creo que Juan José Dieste se ha equivocado dos veces. La primera porque sus palabras no son correctas con la oposición ni con los ciudadanos. En este punto recordarle que a él le han votado una parte bastante pequeña de ellos, un 29% de los posibles electores para ser exactos; el otro 71%, que no votan o lo hacen a otros partidos, merece un respeto. La segunda, porque ha persistido en su error a pesar de que muchas personas le han advertido de que lo consideraban un desliz. Y es aquí donde me descoloca porque creo que ese no es su talante. No lo había sido en la pasada legislatura ni tampoco en la campaña ¿A cuento de qué venía esa salida de tono una vez ganadas las elecciones? Pienso que fue un momento de calentón y que una mayoría absoluta a veces impide rectificar. Dicho lo cual, a parte de la lógica reprimenda de la oposición y muchos vecinos, tampoco creo que haya que estirar más el asunto; no tiene mayor trascendencia.

Me preocupa bastante más, por sus variadas interpretaciones e implicaciones, el caso del concejal madrileño Zapata. Sobre todo cuando después de ver al muy poco democrático ministro del Interior -Ley Mordaza, justificación de agresiones a inmigrantes y a periodistas, persecución de contenidos pueriles en las redes, etcétera- hacer unas declaraciones en las que parecía hablar de un peligroso terrorista y, a las pocas horas, la Fiscalía de la Audiencia Nacional pedía la imputación del edil.

A estas alturas no hace falta decir que los tuits de Zapata no fueron afortunados y que son una forma de hacer humor que causa dolor a otras personas. Pero de ahí a intentar llevarlo a la cárcel por ello dista un mundo de intencionalidad política y de un talante propio de otras épocas más oscuras. Todos hemos hecho algún chiste de humor negro en medio de una determinada situación. Recuerdo muchos a raíz de las Torres Gemelas, sin ir más lejos. Sin duda todos ellos de mal gusto pero que obedecen a ocurrencias humorísticas penosas y no a la intención de humillar a las víctimas o a sus familias, a las que entiendo que no les haga ni pizca de gracia.

Pero resulta muy chocante que se persigan esos tuits, cuatro años después y cuando el tal Zapata no era cargo público ni soñaba con serlo, u otros del mismo calibre, y en cambio no se hiciera con los insultos muy graves y amenazas que durante años soportó Pilar Manjón, por ejemplo. Ahí no se buscaba una sonrisa de humor negro, eran simple y llanamente humillaciones y extorsiones públicas a esa persona, que había perdido un hijo en un atentado. ¿Y qué decir de las muchas páginas que defienden la dictadura de Franco y las atrocidades en ella cometidas? ¿Y las muchas páginas y tuits homófobos y xenófobos? O aquel tertuliano que se permitía llamar en directo zorra, puerca y guarra a una consejera de Sanidad catalana. El sentido común que le falta al ministro lo ha puesto la propia Irene Villa que no dio importancia al asunto.