Diez hombres y 41 mujeres integran la lista de los centenarios de la comarca
17 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La Organización Mundial de la Salud (OMS) es una de las instituciones encargadas de contabilizar los datos de esperanza de vida en los países occidentales. Este organismo internacional indica que en España, de 1960 a hoy, la esperanza de vida ha pasado de 69 años a los 82 actuales, siendo 85,1 en el caso de las mujeres. En Barbanza hay claros ejemplos de este auge: 51 barbanzanos ya superan los cien años de edad, rompiendo las estadísticas de la OMS.
La mayoría son mujeres y solo 10 de ellos son hombres. Es una circunstancia lógica, ya que solo las mujeres japonesas, con 87 años de esperanza de vida, superan a las españolas en longevidad. Según informes de la Revista Española de Investigaciones Sociológicas este aumento de la esperanza de vida ha sido posible gracias al mejor cuidado de enfermedades cardiovasculares, como el ictus o los infartos. También reconoce que las mejoras para controlar la hipertensión arterial, los mejores tratamientos en la lucha contra el cáncer o la reducción del tabaco en los hombres, han contribuido a que se alcancen estas cifras.
Datos de la zona
En la comarca destaca Noia con dos hombres y nueve mujeres por encima de los cien años. Le sigue Muros, que a pesar de no ser uno de los núcleos más poblados, rompe todos los esquemas con dos señores y seis señoras. Boiro cuenta con seis, cinco mujeres y un hombre; Outes cinco, todas señoras; Porto do Son cuatro, tres señoras y un hombre. Con tres están: Carnota, A Pobra, Mazaricos, Rianxo y Ribeira. Por último, Lousame cierra la lista con dos vecinas que son centenarias.
Entre todos suman cinco mil años de vida. Este grupo es parte de una generación que vivió las dos Guerras Mundiales y la Guerra Civil, padecieron en sus cuerpos las cartas de racionamiento de la posguerra y el franquismo. Sufrieron la crisis del petróleo de 1973 que debilitó a la dictadura y finalmente desembocó en la llegada de la democracia a España. Ahora tienen que convivir con smartphones y redes sociales, aunque ellos, como es el caso del centenario muradano José Varela, prefieren pasear por su huerta. Antes de que se marchiten, recuperemos su memoria.