La reforma de los registros civiles levanta ampollas en Barbanza

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Vecinos, Amas de Casa, funcionarios e incluso alcaldes del PP tratan de frenar el proyecto y alertan de los desplazamientos que conllevaría a los barbanzanos

18 abr 2015 . Actualizado a las 20:11 h.

Sindicatos, funcionarios y plataformas cívicas de toda España hace tiempo que luchan contra la reforma de los registros civiles que tramita el Ministerio de Justicia. Sin embargo, en la zona, hasta ahora, no parecía que demasiada gente le viese las orejas al lobo. Más allá de los ámbitos judiciales y políticos -PSOE y BNG sí lo criticaron-, no se hablaba mucho de este asunto. Pero ahora, cuando faltan escasamente tres meses para que ese polémico proyecto entre en vigor, sí se están levantando ampollas. Vecinos, colectivos e incluso alcaldes del PP están poniendo el grito en el cielo. «Es una barbaridad», decía Manuel Ruiz hace unos días sobre esta reforma que deja los trámites de los registros civiles en manos del Colegio de los Registradores de la Propiedad y Mercantiles.

Hay mucha, muchísima, confusión sobre lo que va a pasar a partir del día 15 de julio, que en principio es la fecha prevista para que entre en vigor la reforma. Hay quien opina que la distribución territorial de las oficinas de los registros civiles podría mantenerse y, de esa manera, los ciudadanos no tendrían que desplazarse, podrían seguir solicitando papeles de nacimiento, defunción o matrimonio en sus concellos. Pero la opinión mayoritaria, la que se oye por boca de todos los que critican la reforma, es que los trámites habrá que hacerlos donde hay registro de la propiedad o mercantil. Si esto se cumple, Barbanza estaría en un brete.

Reivindicación histórica

Y es que, en el caso de que todo quede en manos de los registros mercantiles, y estos mantengan sus sedes únicamente donde están actualmente, a los barbanzanos no les quedará más remedio que encaminarse a Santiago para realizar sus trámites. Si finalmente son los registros de la propiedad los que asumen el trabajo, la cosa no está mucho mejor. En Barbanza solamente hay dos, ubicados en Noia y Muros, donde se centralizarían los servicios.

Precisamente, con esta reforma a punto de entrar en vigor, son muchos, incluso alcaldes del PP, los que se acuerdan de la reivindicación histórica de Barbanza de contar con más registros de la propiedad -se pidieron para Boiro y Ribeira-. Y es que, si Justicia hubiese dotado de estos servicios a la zona, el panorama ahora no sería tan complicado. Falta saber qué es lo que va a pasar el 15 de julio. Dicen en el registro civil de Ribeira que los ciudadanos no dejan de preguntar por el asunto. «Todo el mundo está preocupado, y es normal», apunta un funcionario.

Todo pasa factura

Que en su día los concellos no lograsen traer más registros mercantiles para la zona -lo solicitaron, en vano, Ribeira y Boiro- ahora puede que pase factura. Si los trámites del registro civil recaen en ellos las únicas oficinas de este tipo que hay en la zona están en Noia y Muros. ¿Se imaginan que un ribeirense o un boirense tenga que ir hasta la villa noiesa cada vez que debe tramitar una fe de vida? Podría suceder. Y más pronto que tarde.

Recogida de firmas en los juzgados y concentración en Santa Uxía el día 25

En juzgados como el de Ribeira se están recogiendo firmas -es una campaña de ámbito estatal- para poder presentar una iniciativa legislativa popular (ILP) que elimine la reforma en trámite. Ayer mismo, Amas de Casa de Ribeira animaba a los vecinos a través de las redes sociales a acudir al juzgado para firmar. Allí, los funcionarios explican bien la situación a los ciudadanos. Son bastantes los que ya han aportado su firma pese a que, en Ribeira, todavía se empezaron a juntar las rúbricas hace quince días. Por otra parte, ayer, también se convocaba una concentración en Santa Uxía para el día 25. Se trata de una iniciativa ciudadana.

En juzgados como el de Ribeira los funcionarios del registro civil están también pendientes de que les hagan llegar unas camisetas amarillas que sus compañeros de toda España lucen un día a la semana como signo de protesta contra la norma.