La casa de Deán Pequeno en la que nadie querría vivir

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Una familia de etnia gitana con cuatro menores da a conocer sus penurias

30 nov 2014 . Actualizado a las 09:34 h.

Entrar en la casa de Samera Monteiro dos Santos, vecina de Deán Pequeno (Ribeira) es encontrarse con demasiadas realidades a la vez; algunas difíciles de digerir. Esta mujer, de etnia gitana, vive con cinco hijos -cuatro de ellos menores de edad- y un nieto de corta edad en un hogar tan limpia que casi se podría comer en el suelo. Pero con unas deficiencias que dan escalofríos; llueve dentro, falta algún cristal, las paredes están comidas por los desconchados y la humedad y no hay ni siquiera una televisión frente a la que matar las horas. Es un hogar hecho con bloques donde el frío no entra ni sale, sino que está dentro siempre. Ella, con 38 años, luce enlutada de pies a cabeza por la muerte de su marido hace dos años. Según explica, de acuerdo con la ley gitana, ni puede salir en fotos ni acudir a un buen número de actos. Por lo que cuenta se deduce que ni siquiera podría ejercer cualquier tipo de trabajo, aunque ella lo niega: «Sí que puedo trabajar», afirma con voz desesperada.

Samera, que es portuguesa, quiere mostrar su realidad porque cree que no recibe toda la ayuda que debería. Reconoce la labor que hace con ella Cáritas o la Cruz Roja. Pero pide que los Servizos Sociais hagan más. Explica que en su casa no entra ni un solo euro, así que comen de la caridad, bien sea de la de las oenegés o de la de sus cuñadas. Reconoce que tuvo la Risga -la paga para personas en riesgo de exclusión social- pero que se la quitaron porque no acudió a unos cursillos. «Yo no sabía nada de esos cursos, no me dijeron nada», indica. Y dice que ahora mismo ni siquiera recibe los suficientes vales para alimentar a su prole. De hecho, en medio de su conversación llega una vecina a traerle el pan para el día. «Si no vienen no lo comemos», explica.

Tiene una hija mayor de edad, madre de un niño, que se separó de su marido y regresó al hogar materno. Entre las dos se encargan de los cuatro menores.

Una niña con asma

Hablan, sobre todo, de la cría de tres años. No es que el resto no les den lástima. «Pero es que esa niñita es enferma. Tiene asma y se pone muy mal con tanto frío», dice mientras enseña los aparatos que usa para ayudarle a respirar.

Samera dice que no entiende a los Servizos Sociais de Ribeira. Y estos, tirando de prudencia por cuestión de la protección de datos, indican que sí se le ayuda y que hace años que son conocedores de su situación.