«En 35 años que llevo aquí, nunca vi inundarse la casa de esta manera»

m.?hermida / j.?romero RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

monica ferreiros

Una tromba anegó un establecimiento rural, garajes, fincas y bajos

19 sep 2014 . Actualizado a las 11:33 h.

Sobre las ocho de la mañana, conforme del cielo caía agua como si la echasen a calderos, empezaron a aparecer incidencias a lo largo y ancho de la comarca barbanzana. Una familia que vivió en primera persona las consecuencias de las inundaciones que hubo en distintos lugares, como Noia, A Pobra o Ribeira, fue la del pobrense Francisco Crusat, que regenta el establecimiento de turismo rural Entre os Ríos, situado a orillas del río Pedras. «Lo que pasó fue algo impresionante, en 35 años que llevo aquí nunca vi inundarse la casa de esta manera. El agua afectó a toda la planta baja y anegó complementa la finca», explicó el empresario. Llegaron a quedar aislados ya que el puente que da acceso a la vivienda terminó cubierto por el agua. «El río bajaba llenísimo, totalmente desbordado y moviendo piedras grandísimas», insistía Francisco Crusat.

Una sensación parecida, la de que el agua se colaba por todas partes, debieron de tenerla en Noia, donde entre las siete y las ocho de la mañana Protección Civil anduvo a cien. Con la tromba, se repitieron inundaciones habituales, como la de la sala de máquinas de la piscina, que nuevamente acabó llena de lodo y agua. También sufrió lo suyo el cuartel de la Guardia Civil, donde una bajante no soportó el chaparrón y acabó anegando dependencias destinadas al trabajo de los agentes. A mayores, hubo que achicar agua en varios garajes. Y algunas alcantarillas desbordaron.

En Ribeira, aunque el reguero de incidencias fue menor, también tuvieron que actuar los bomberos. Por ejemplo, se inundó la calle Mendiño. Y hubo que retirar ramas de árboles que se desplomaron por el viento tanto en la zona de Abesadas como en Coroso. La lista de emergencias ocasionadas por la tromba se completó en Boiro, donde se anegó un bajo.

Retirada del ejército

Ante este abanico de problemas, la única noticia positiva estuvo en el monte barbanzano: el ejército pudo retirarse y dejar de vigilar porque el riesgo de incendios es casi inexistente.

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