Preocupación por las familias sin recursos que no piden ayuda

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Cáritas dice que numerosas personas no solicitan comida por vergüenza y señala que casos como el del ribeirense que enfermó por comer solo salchichas no tienen por qué darse

12 sep 2014 . Actualizado a las 15:28 h.

Que un ribeirense hiciese público que estuvo comiendo meses solo salchichas por no tener para más, hasta que le dio un amago de infarto por la mala alimentación, es algo que, según lo dicho por las delegaciones barbanzanas de Cáritas y de otros colectivos sociales no tendría por qué pasar en la zona. Insisten, tanto desde la organización religiosa como desde plataformas como Stop Desahucios en que, a pesar de que el número de familias a las que ayudan es enorme y a veces se ven desbordados, tienen alimentos o fórmulas para conseguirlos, para no dejar en la estacada a nadie que lo necesite. ¿Cuál es el problema, entonces? Que hay un número importante de hogares que, por vergüenza de sus integrantes, o incluso también por ignorancia, no acuden a ellos hasta que no pueden más. O no llegan a ir nunca.

El ribeirense que tuvo problemas cardíacos confirma que esta situación sí se da. Explica, por un lado, que no pensó que comer mal le acabaría provocando un problema de salud. Pero cuenta también que le costó pedir ayuda -ahora cuenta con ella-. «Vexo que hai moitos estranxeiros que piden alimentos para comer a colectivos como Cáritas, e entendo que o fagan porque non teñen aquí nin ás familias nin aos amigos. Ninguén se sabe da súa vida. Pero eu, que son de aquí, pois claro que me custou ir. Sentes que a xente te vai crucificar. É moi difícil».

Con cariño

Dado que este pensamiento está arraigado y el número de familias que no llegan a pedir ayuda por vergüenza ha crecido con la crisis -ahora tienen necesidades personas que antes llegaban a final de mes y que jamás pensaron en verse en esta tesitura-, desde los colectivos de ayuda intentan tomar medidas. «O primeiro é acollelos de forma cariñosa, tratalos de forma individualiza», señala Manolo Mirás, presidente de Cáritas de Ribeira.

En la delegación boirense de esta misma organización lo que se hizo fue poner el reparto de ropa un día distinto al de comida, de forma que haya menos gente junta y la petición de auxilio tenga sea más confidencial.

En Noia, el veterano presidente de Cáritas, José Luis Rodríguez Hermo, contaba lo siguiente: «A veces é moi difícil chegar a certas familias, sabemos que están necesitadas e só logramos enviarlle alimentos a través de terceiros ou da Cruz Vermella». En el caso noiés, se dan números para evitar las colas.

En Ribeira, señalan que una de las cosas que más les cuesta es convencer a las familias de que acudan al comedor social de Cáritas, que se cerró en verano pero que vuelve a funcionar el lunes. Quizás, en este caso, la vergüenza también esté influyendo.

«O primeiro é acollelos con cariño, e logo convencelos de que son heroes, darlles ánimos»

Manolo Mirás

«Temos persoas que ata son reticentes a que os familiares lle leven alimentos. Custa que se abran»

José Luis Hermo