Los jubilados a los que Montoro convirtió en rebeles con causa

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

monica ferreiros

Cuando iniciaron su revuelta, los emigrantes retornados nunca antes se habían manifestado; ahora son expertos en protestar

03 sep 2014 . Actualizado a las 10:29 h.

Hace algo más de un año, cuando los emigrantes retornados barbanzanos decidieron que tenían que unirse para intentar frenar las multas de Hacienda a las que se veían obligados a hacer frente por las pensiones que cobran del extranjero y por las que no habían cotizado -existe una ley que obligaba a ello, pero no se cumplía- casi ninguno de los afectados había participado antes en una protesta. «¿E cando ía eu protestar, se sempre estiven polo mundo adiante, traballando, embarcado ou no que fora?», decía ayer un boirense que tuvo que pagar 23.000 euros casi de golpe en concepto de infracciones e intereses. Pero cómo cambiaron los tiempos. Un año después, curtido en variopintas batallas, este colectivo, formado en su mayor parte por personas de setenta años en adelante, es experto en tomar las calles. Quedó patente ayer en Santa Uxía.

A las once de la mañana, con la puntualidad que les lleva caracterizando en todas sus movilizaciones, los emigrantes retornados salieron en manifestación. En Barbanza hay dos plataformas, la de la zona de Muros-Noia y la de Arousa Norte, que juntaron a más de un centenar de personas.

Todo tipo de artilugios

Como muestra de que saben qué hay que hacer para ser vistos y oídos, los emigrantes iban con chalecos reflectantes y sonoros instrumentos. Desde la cacerola que agitaba Benito Villaverde, un outiense que tuvo que vender la herencia de su madre para ponerse al día con Hacienda, a cencerros traídos de suiza, trompetas, cornetas y otros artilugios.

La manifestación desembocó en la plaza del Concello, donde estaba previsto que el exalcalde boirense, Xosé Deira, que lleva apoyando al colectivo desde su inicio, leyese un comunicado. Pero tuvo que esperar. El altavoz corrió de mano en mano. Fueron varios los que decidieron soltar todos los sapos que llevaban dentro contra Montoro, el ministro al que achacan todos sus males. «Somos emigrantes, non estafadores», insistían. Finalmente, se leyó el comunicado, en el que se pide que se cambie la ley sobre el impuesto de la renta a los no residentes. Hubo aplausos y más gritos: «Rajoy, mangante, faite emigrante», vociferaban.