Reunidas por el amor a la tierra

borja oujo / A. G. RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Las tres hermanas Viturro se juntan todos los veranos en Cabo de Cruz

15 jul 2014 . Actualizado a las 13:27 h.

La comarca de Barbanza es una tierra que ha vivido a lo largo de su historia el drama de la emigración. Muchas familias han tenido que partir hacia otros lugares en busca de un futuro mejor. En el boirense Andrés Viturro se representa perfectamente esta situación. Cuando era joven se marchó a la localidad vasca de Pasajes para trabajar y, por casualidades de la vida, mantuvo allí su lugar de residencia.

En la localidad guipuzcoana, Viturro conoció a Rosa Costa, natural de A Pobra. Esta mujer se había trasladado junto a sus padres al País Vasco cuando tenía 11 años. Andrés y Rosa contrajeron matrimonio y tuvieron cinco hijos. Esta pareja trató de inculcarle a sus descendientes la cultura gallega, empezando por enseñarles el idioma. Gracias a esta dedicación por parte de sus progenitores, el espíritu de sus antepasados se mantiene vivo en sus sucesores. En especial con sus hijas: Toñy, María del Carmen y Candy Viturro.

Vacaciones en Galicia

Desde que eran pequeñas, estas tres hermanas visitaron Cabo de Cruz siempre que les fue posible, lo que hizo que tuvieran un especial vínculo con esta tierra. «Yo me siento más gallega, aquello es lo mío, nací en Pasajes y lo adoro; pero no es lo mismo, esto me tira más», afirma Toñy. Además, añade que uno de los motivos principales de que se dé esta situación es que en su casa se hablase gallego. «Hemos cogido lo mejor de cada lugar», explica María del Carmen. Las hermanas también se han esforzado en que sus hijos tengan el mismo sentimiento hacia Galicia que el que sus padres les inculcaron. Algo que ahora intentan hacer con los nietos.

En la familia Viturro siempre ha tenido una fuerte presencia la gastronomía gallega, que se transmite de generación en generación. «En nuestra casa se hacía mucho cocido y empanadas», indica Candy. Además, cuentan que su domicilio se convertía en muchas ocasiones en hogar de otros muchos gallegos residentes en San Sebastián. «Mi padre ayudó a muchísima gente de aquí cuando empezó a emigrar, de hecho llamaban a mi madre la tía Rosa», cuenta una de las hermanas rememorando con nostalgia viejos tiempos. También recuerdan como les hablaba con gran cariño de la procesión del Nazareno en A Pobra, su tierra natal.

Separadas en el mapa

El destino ha querido que, a día de hoy, Toñy, María del Carmen y Candy vivan en diferentes puntos del país. Ya sea por motivos familiares o por trabajo, se han ido alejando en la distancia poco a poco. La primera de ellas se trasladó a Málaga, la segunda se quedó en San Sebastian y la tercera se mudó a Oviedo con su marido.

Ahora, cada verano se reúnen en la tierra de su padre. Las tres hermanas se juntan durante los meses de julio y agosto, acompañadas de sus hijos y nietos. Además, aprovechan para reunirse con otros familiares. La segunda de las hermanas compró una casa en la zona de O Saltiño, de esta forma puede acercarse siempre que lo desea a esta localidad que siente como su casa. Toñy reconoce que también le hubiese gustado tener una propiedad en Cabo, aunque afirma que si no lo hizo fue porque no se dio la ocasión.

Aunque no nacieron aquí, todas dicen tener morriña cuando están lejos. Ellas son gallegas, eso se nota en cada palabra sobre esta tierra, se aprecia el gran afecto que sienten por ella. «Galicia toda es toda ella preciosa, cada uno de sus lugares. Galicia é a nosa terra», concluye Candy.

Se esfuerzan para que sus hijos y sus nietos no pierdan vínculos con Galicia