Las peñas libraron una auténtica guerra en la villa boirense

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

monica ferreiros

Afilados tacones y pistolas de agua fueron las armas utilizadas en la contienda

08 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Quien creía que las fiestas de Boiro eran una celebración pacífica estaba muy equivocado. Ayer era el día de las peñas y sus integrantes se encargaron de demostrar que, a la hora de la batalla, no hay amigos que valgan. El que más y el que menos puso todo de su parte para salir victorioso de la guerra que se libró durante parte de la mañana en la plaza de Galicia.

La asociación Borobó fue la encargada de organizar, un año más, los juegos en los que los peñeiros se dejaron la piel. La colaboración de la peña Don Glotón, que recibió el agradecimiento de la presidenta de la entidad cultural, y la entrega de todos los participantes hicieron posible que las actividades reeditasen el éxito de años precedentes. Como en otras ocasiones, el tiro de la cuerda hizo aflorar la competitividad entre las cerca de cuarenta peñas que se sumaron a la fiesta. Peña, peñita, peña, en la categoría femenina, y Pata de Pau, en la masculina, fueron las pandillas que se alzaron con el triunfo tras arrastras por el suelo de la plaza a sus contrincantes.

Cañonazos de agua

También despertó una gran expectación la carrera de tacones, en la que no faltaron ni los stilettos, ni tampoco quien improvisó un calzado de altura con unas latas de refresco y un poco de cinta aislante. Otros de las vieron y desearon para meter los pies en los zapatos de, seguramente, alguna de las mujeres de su familia. No importaba el dolor con tal de defender los colores de su equipo, así que se vivió una reñida y divertida prueba en la que, por cierto, no hubo que lamenta ningún esguince de tobillo.

Y de los tacones de aguja se pasó a las pistolas, los cubos e incluso los cañonazos de agua. El camión de los bomberos se encargó de refrescar al personal, y los francotiradores más avezados se ocuparon de que nadie saliese indemne de la húmeda batalla.

Nueva tradición

Lo de mojarse el lunes de las fiestas va camino de convertirse en una nueva tradición. No en vano, tras la batalla, las peñas sellaron a paz y se dirigieron a distintos establecimientos de la localidad para disfrutar de una comida de confraternidad. Los vecinos se implicaron en la particular y colorida procesión de peñeiros regando a los participantes desde ventanas y balcones.

Después de reponer fuerzas, la fiesta continuó en locales como el cámping Barraña o el Estrella de Mar, donde hubo música y jolgorio hasta que llegó la hora de la verbena.