Los tripulantes indonesios del «Santa Ana» llevaban unos cinco años en Muros

J. M. Sande MUROS / LA VOZ

BARBANZA

Suherman Hasan y Wasito compartían piso en el casco urbano y era conocida su afición a escuchar música

18 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Educados, discretos y trabajadores son los calificativos que reiteradamente se escuchan cuando se pregunta por los dos indonesios que formaban parte de la tripulación del arrastrero muradano Santa Ana. Hace unos cinco años que Suherman Hasan, cuyo cuerpo fue recuperado el sábado, y Wasito vivían en Muros. En los últimos tiempos compartían un piso situado en el casco urbano de la villa y, anteriormente, ya habían ocupado otro en una zona más alejada del centro. Al parecer, también residía con ellos un hermano de Wasito.

Según cuentan sus vecinos, era poco habitual que ambos marineros frecuentasen los establecimientos hosteleros de la localidad. Sin embargo, eran conocidos y tenían buena relación con la gente. Les gustaba la música, y los fines de semana, durante el día, desde las ventanas abiertas de su domicilio las melodías de su equipo de sonido envolvían las calles próximas.

Bandera portuguesa

Al parecer, llevaban unos siete u ocho años trabajando con el armador José Balayo. Tanto el pesquero Santa Ana como el Cidade de Albufeira fueran adquiridos en Portugal y ambos marineros fueron contratados gracias a un convenio laboral con el país que abanderaba el barco. De hecho, su residencia, a efectos oficiales estaba en el país vecino. Por este motivo, cuando el arrastrero Santa Ana realizó el paro biológico, tanto Suherman Hasan como Wasito tuvieron que viajar a Portugal para arreglar los papeles del paro.

La mujer de Suherman Hasan residió durante algún tiempo con el marinero en Muros, pero hace un año se marchó. Diversas fuentes indicaron que, de forma alterna, las familias de ambos profesionales acudieron a la localidad.

Con los restantes miembros de la tripulación del pesquero la relación era buena. No hace demasiado tiempo, una de las víctimas del accidente de Avilés, Lucas Mayo, y su mujer se preocuparon de que Wasito recibiese la atención necesaria para curarse de una infección en las piernas.

El armador José Balayo ya había trabajado en anteriores ocasiones con marineros indonesios. Todos destacan la prudencia de Wasito y Suherman, que, en cierto modo, también son víctimas muradanas.

Más información en la página 41 de Marítima.