Muros y Ribeira son los municipios más castigados por accidentes marítimos

A. Gerpe / J. Sande RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

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Medio centenar de profesionales perdieron la vida en grandes naufragios desde 1982

16 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La capacidad de producción del mar es inmensa, lo que lo convierte en una fuente de ingresos de primera magnitud. De la misma forma que es generoso, también es implacable y no cabe esperar compasión. Esto lo saben bien los barbanzanos, en cuyo un territorio pocas son las familias que no han sufrido la pérdida de un familiar o un ser querido en las bravas aguas de algún océano o de las rías. Numerosos son los accidentes marítimos registrados en los últimos años, tragedias con víctimas en las que se han visto especialmente castigadas las poblaciones de Ribeira y Muros.

Desde la década de los ochenta hay una quincena de naufragios que forman parte de la historia colectiva de la comarca, tanto por el número de muertos como por la cantidad de tripulantes cuyas vidas corrieron peligro. Medio centenar de personas perdieron la vida en ellos. La huella de estas tragedias está tan presente que a sus protagonistas se les encoge el estómago, aunque el tiempo transcurrido se cuente ya por décadas.

Es lo que le sucede a una vecina de Porto do Son, familiar directa de los náufragos del Volverán, un siniestro ocurrido en 1986. Prefiere mantenerse en el anonimato y, con los ojos vidriosos por unas lágrimas que intenta contener, manifiesta: «Isto é coma ter unha chaga que nunca cura e cando pasa algo así -en relación al siniestro del Santa Ana- ábrese a ferida».

Toda la tripulación

En varios de los accidentes marítimos en los que desgraciadamente ha sido protagonista la comarca han llegado a perecer la totalidad de los integrantes de la tripulación. Este fue el caso del Volverán o del Cizurquil, un arrastrero que chocó con un mercante iraní y en el que fallecieron ocho vecinos de Muros. Otra colisión, en este caso en el 2000 y en las costas italianas, supuso la muerte de cinco marineros ribeirenses que iban a bordo del Zafir.

Muchas son las tragedias y, en este caso, el tiempo no parece servir de anestesia. El armador de un barco ribeirense que se hundió con ocho tripulantes en el 2010, de los que uno perdió la vida, manifiesta rotundo cuando se le pregunta por aquella jornada del 15 de febrero: «Non quero nin mencionalo».

Son nombres de cerqueros, palangreros, arrastreros: Buraz, Hansa, La Xana que forman parte de la historia de Muros y Ribeira. Solo en tres accidentes, ocurridos entre 1982 y 1991, el mar segó la vida de 18 muradanos. En otra media docena de grandes naufragios, desde el 98 al 2010, dieciséis ribeirenses no lograron sobrevivir.

A estos sucesos con numerosos implicados hay que añadir otros accidentes, de embarcaciones pequeñas y que también han costado vidas cuya pérdida sigue sin superarse.