Lleno hasta la bandera en Bealo

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

SIMÓN BALVÍS

El asfixiante calor no impidió que el San Ramón fuese multitudinario

01 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los devotos del San Ramón de Bealo y de su romería cumplieron ayer su particular penitencia antes del alcanzar el entorno del templo para disfrutar de una de las últimas grandes fiestas del verano. No en vano, cuando se aproximaba la hora de la comida, la caravana de vehículos que se dirigían a la capilla era una inmensa fila que abarcaba los más de dos kilómetros que separan la carretera comarcal AC-350 de la celebración. Pese a todo, casi nadie quiso perderse la fiesta, y menos al coincidir en un sábado, de modo que Bealo registró un lleno hasta la bandera, superior, incluso, al de años anteriores.

Los menos madrugadores tuvieron que soportar una caravana de unos 25 minutos para recorrer los poco más de dos kilómetros que separan el lugar de A Amanecida de San Ramón. Luego, tocó aparcar donde buenamente se pudo y recorrer a pie, cargando con neveras, empanadas, tupperware y demás parafernalia para la comida, las varias decenas de metros que aún faltaban para llegar a la capilla. Y hacerlo, además, bajo un sol de justicia que hizo que quienes pretendían seguir la misa que se celebró en el exterior del templo buscasen la sombra del palco de la orquesta o bajo los toldos de las diferentes barras instaladas en la zona.

Chiringuitos

La coincidencia en sábado de la romería de San Ramón no solo arrastró hasta Bealo a una multitud de devotos, tanto del santo como de la fiesta en sí, sino que también atrajo a múltiples chiringuitos ambulantes, y ayer era posible desde comerse unas sardinas a la brasa o una pizza, hasta vestirse de pies a cabeza e incluso comprar unas alfombras.

El número de carpas en las que se servía comida también se incrementó, pero aún así muchos romeros prefirieron no renunciar a la tradición y se llevaron el sustento de casa. Eso sí, este año más que nunca, fue preciso reservar los sitios con antelación para evitar escenas como las que ayer protagonizaron algunos devotos que, empanada en ristre, deambulaban por el entorno de la capilla abriéndose paso entre la multitud buscando un lugar en el que poder sentarse a comer.

Pese al sofocante calor y a todas las calamidades, el sentir de los participantes en la romería boirense era unánime una vez metidos de lleno en la celebración: el San Ramón bien vale un esfuerzo.