El Concello noiés y el Arzobispado negocian la apertura al público de la capilla de Barro

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO NOIA / LA VOZ

BARBANZA

El templo carece de culto desde 1961 y su rehabilitación concluyó hace nueve meses

27 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Medio siglo después de cerrar sus puertas, la antigua capilla de Santa Cristina de Barro está hoy más cerca que nunca de volver a tener actividad. Esta es la voluntad de la concejalía de Patrimonio e Urbanismo, que desde hace meses está negociando con el Arzobispado de Santiago para que dé su visto bueno y el templo pueda ser visitado.

Esta antigua iglesia y su cementerio se cerraron en 1961. Entonces, los vecinos empezaron a disfrutar de otro templo nuevo y los restos que se encontraban en el viejo camposanto fueron trasladados al que también se estrenó por aquel entonces. Fue el bipartito de la Xunta el encargado de tramitar la recuperación de esta vieja iglesia, cuya restauración concluyó hace diez meses, aproximadamente. Desde entonces, tanto la capilla, como el terreno que la rodea están cerrados y los vecinos no pueden acceder.

Es voluntad de la Administración local lograr que el Arzobispado dé su visto bueno para que el tempo se abra a diario en horario de mañana y tarde para que las personas que lo deseen puedan visitarlo o incluso celebrar misa. El responsable de la concejalía de Urbanismo, Bieito González, explicó que la Iglesia acogió bien la pretensión del Concello noiés, aunque todavía faltan algunos detalles por concretar.

Cuidado diario

Uno de los puntos que todavía hay que decidir es quién se encargará de abrir y cerrar diariamente esta capilla. Por ahora, la asociación vecinal de Santa Cristina de Barro ya se ofreció para ser la encargada de gestionar las visitas.

De la completa remodelación que la Dirección Xeral de Patrimonio realizó en este templo, lo único que los vecinos y curiosos pueden disfrutar a día de hoy ya restaurado es el peto das ánimas que se encuentra en el muro que rodea a la capilla en su parte exterior.

Se trata de una iglesia románica del siglo XI cuyo estado de conservación era muy deficiente antes de la reforma e incluso había crecido un árbol en su interior.